Teresa es una amiga de madre,
habían ido al colegio juntas. Después, cada una siguió por caminos distintos. Mi madre siguió estudiando sacándose
el titulo de Administración de empresas y pero Teresa tuvo que dejar los
estudios a los dieciséis años para ponerse a trabajar y ayudar en la economía familiar.
Ambas se casaron, pero a
Teresa su marido le salió vago y borracho, al poco de dar a luz a su hija, las
abandono a su suerte. Ahora tenía que trabajar mas duro, si cabe, que antes. Mi
madre, conocedora de su situación, consiguió que la contrataran para que
hiciera la limpieza de las oficinas donde mi madre trabajaba. Además, una o dos
veces a la semana iba a casa para hacer limpieza, la colada, etc.
- ¿Conoces
a algún electricista? La instalación de casa está mal, salta la luz
constantemente.
- No
te preocupes, Luis ha hecho un módulo de electricidad en el instituto, y puede
ir a ver que ocurre. ¿No te importa, cariño? Dijo mirándome,
- Claro
que no, así practico. ¿Te parece bien mañana por la tarde?
-
Si, si. Me viene perfecto. Muchas gracias,
cielo, dijo Teresa.
Al dia siguiente fui a su
casa como había quedado. Mi madre antes de salir de casa me había advertido:
- No
se te ocurra aceptar ni un Euro, ¿eh?
- Tranquila
mama, no lo hare.
Inspeccioné la instalación y
vi que era antiquísima, por suerte el problema radicaba en unos enchufes, fui a
casa a por unos enchufes e interruptores que teníamos guardados en el trastero
de una reforma que hicimos. Se lo comente a mis padres y estuvieron de acuerdo
que los utilizase. Después de cambiar los mecanismos de la instalación, y
mientras recogía las herramientas, vino Teresa con un monedero y me pregunto:
- ¿Cuánto
te debo?
- Nada,
no te preocupes, ya está todo pagado.
- ¿Cómo
que no me vas a cobrar nada? Has estado toda la tarde aquí trabajando. Y quien
hace un trabajo tiene que cobrar. ¿Te ha dicho tu madre que no me cobres?
Yo con la cabeza la di a
entender que si, ella insistió en darme dinero.
- Si
no le dices nada a tu madre no tiene porque enterarse,
- Y cuando
me pregunte, verá en mi cara que la estoy mintiendo.
- Bueno,
vale por esta vez, pero quédate a cenar por lo menos.
- Eso sí
lo acepto, llamaré a casa para avisar.
- De
acuerdo, ya hablare con tu madre…esto no puede ser así.
- Tu
misma, pero no te va a hacer ni caso.
Pasaba el tiempo, siempre
que había que reparar algo en su casa iba y nunca la cobraba, supongo que ella
se sentía incomoda por la situación, pero mi madre insistía en que fuera así. Un estando en su casa, me entrego un
paquetito, lo abrí y era un bote de mi colonia preferida.
- Toma,
por todas las molestias que te he ocasionado. Y me dio un beso en la mejilla.
- Muchas
gracias, la devolví el beso, pero no tenias que haberte molestado.
- Oye
quédate a merendar si no tienes prisa. Mi hija se ha quedado a dormir en casa
de unas amigas, así que estoy sola.
- De
acuerdo.
Estuvimos merendando y
charlando, llego el momento de irme, cuando al ir a darla un beso de despedida,
se me cruzaron los cables, la abrace y la di un beso en la boca.
- ¿Qué
haces? ¿Estás loco? Dijo apartándome de un empujón. Si se enteran tus padres se
va a armar una buena
- Lo...lo
siento, apenar balbuceé, ha sido un arrebato, yo… es que… me gustas.
- Si podría
ser tu madre, vete a casa y… no deigas nada. ¡Vete ya!
- Lo
siento, perdóname
Me fui consternado a casa, había
sido una locura hacerlo. Y lo que era peor, si Teresa decidía no volver por
casa, mis padres querrían saber por qué. Pero Teresa siguió yendo a casa, y se
comportaba como siempre. Cuando me cruzaba con ella, yo bajaba la cabeza. Un dia
me dijo,
- ¿Puedes
venir a casa? Tengo que montar unas cortinas y no tengo maquina de taladrar
para hacerlo.
- Si, ¿Cuándo
voy?
- Mañana
después de comer, si te viene bien,
- Si…
vale
Y así quedo la cosa. A la
hora acordaba me presente allí. Ella me abrió la puerta, llevaba puesto un
albornoz, estaba recién duchada.
- Pasa,
las cortinas están en mi habitación.
Yo la seguí a su alcoba, y
cuando entramos, ella se dio la vuelta. Se quitó el albornoz y quedo desnuda
completamente ante mí.
- ¿Era
esto lo que querías?
Yo me quede sin habla, a sus
41 años seguía teniendo un cuerpo maravilloso. Unos pechos grandes y turgentes,
unas areolas sonrosadas y pezones duros. Tenía el coño depilado completamente, yo
me quede extasiado mirándola, se acerco a mí y me beso con pasión. Empezó a
quitarme la camisa, dándome besos en mi pecho, me desabrocho los pantalones que
cayeron al suelo, se puso de rodillas y me bajo los calzoncillos, mi miembro
erecto quedo liberado y apuntando a su cara.
Ella lo cogió y se lo llevó a
la boca, empezó a chuparlo con dulzura. Cuando paro, se puso de pie y cogiéndome
la mano me llevó hasta su cama. Se tumbo y abrió las piernas, yo me agache y empecé
a comerla el coño, ella daba gemidos cuando la pasaba la lengua por su clítoris,
se mordía su puño para no gritar. Estuve un buen rato comiéndoselo, ella se retorcía
de placer.
Me subí encima de ella y de
un golpe la penetré, ella dio un grito. Empecé a bombear y ella me abrazó con
las piernas y sus manos agarraban con fuerza la ropa de cama, tenia los ojos en
blanco, el cabecero de la cama golpeaba la pared cada vez con mayor estruendo. Sus
pechos se movían adelante y atrás, “más,
más” gritaba, yo resoplaba por el esfuerzo hasta que tuvo un orgasmo y dio un
grito, yo me corrí dentro de ella. Los
sus estábamos cubiertos de sudor por el esfuerzo, nos quedamos abrazados mientras
que ella me acariciaba el pelo.
- El
otro dia me pillaste desprevenida, no debí echarte de esa manera.
- Fui
muy brusco y entiendo tu reacción. Oye, ¿Tu hija, cuando viene?
- Mañana,
se ha vuelto a quedar en casa de una amiga.
- Perfecto.
Y nos volvimos a besar, ella
se volteo en la cama y me dio la espalda. Me puse detrás de ella y la empecé a
acariciar su coño por detrás, volví a penetrarla, ella dio gemido. Estaba
bombeando lentamente, quería que aquello durase lo más posible, ella suspiraba
hasta que tapándose la cara con la almohada dio un grito. Yo seguía con mis
embestidas, a los pocos instantes saque la polla a punto de estallar y me corrí
en su espalda. Estuvimos el resto de la tarde acostados, con el sudor cubriendo
nuestros cuerpos, llegada la noche no dimos una ducha, cenamos y me despedí.
A partir de ese dia, tenemos
relaciones sexuales varias veces a la semana, la mayoría en su casa, pero de
vez en cuando, si mis padres no están, mi casa sirve al mismo propósito.
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