Edipo Rey.

Yocasta:”…tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues muchos son los mortales que antes se unieron a su madre en sueños. Aquél para quien esto nada supone, más fácilmente llena su vida”.

Sófocles, Edipo Rey (496 AC)

lunes, 25 de febrero de 2013

Mi suegra y su hijo




Hacía cuatro años que mi suegra, Julia, había enviudado, poco a poco había ido recuperándose del golpe. Su hijo Rafael de dieciocho años, vivía con ella y fue su mayor apoyo en momentos de decaimiento. Siempre que nuestro trabajo nos lo permitía, íbamos a verlos, sobre todo en las fiestas y celebraciones más señaladas. Ese año alquilamos un chalecito a pie de playa en un pueblo de Levante, íbamos a estar un mes los cuatro allí.
A mi suegra le gusta hacer ejercicio a primera hora, sobre todo andar, y con los primeros rayos de sol salía a hacerlo a la playa acompañada de su hijo. La playa era muy larga, varios Kilómetros, pasados los chalets había unas dunas y detrás un palmeral. A esa hora era un sitio solitario, solo unos cuantos paseantes con perros, corredores y algún que otro nadador. Nosotros nunca íbamos con ellos, somos muy perezosos para levantarnos tan temprano.

Pasados unos días de nuestra llegada, estando todos en la playa nos dijo:

-       Me voy a hacer la paella, cuando este lista os aviso.
-       Me voy contigo, dijo mi mujer.
-       No, tú quédate. Que se venga Rafa si quiere, siempre me dice que haber cuando le enseño a hacerla.
-       Ya era hora que me enseñaras, mama.

Pasada media hora, tuve un apretón y tuve que salir disparado al chalet. Cuando llegue, pase directamente al servicio que había a la entrada, después me acerque a la cocina a ver cómo iba la paella. Había que cruzar toda la planta baja para llegar a ella. Conforme iba llegando, escuche música de la radio y a ellos hablando en la cocina.

-       No cariño, ahora no. Podrían venir.
-       Están tomando el sol,  nunca vienen antes de que esté preparada la comida.
-       ¿No tienes suficiente con lo de esta mañana?
-       Tengo dieciocho años, siempre estoy dispuesto a un buen polvo.

Yo me  acerque lentamente, al lado de la puerta, había un ficus y me oculte tras el, podía  observar toda la escena sin ser visto. Aunque si se les ocurría salir de la cocina me pillarían espiando, pero por suerte no lo hicieron. Empezaron a besarse, mi suegra se había quitado el bañador mojado y se había puesto una bata, su hijo iba con unos pantaloncitos cortos que no ocultaban una tremenda erección. Rafa la quito la bata, dejando al aire unos enormes pechos y un coño peludo, la dio la vuelta apoyándola contra la encimera,  la puso la polla en la entrada y la penetro. Ella dio un quejido, pero cuando empezó a bombear comenzó a gemir. Sus pechos se movían rítmicamente, el los agarro y pellizco los pezones. Ella apoyaba la cara sobre sus brazos, hasta que dio un alarido, por fin había llegado al orgasmo. El siguió bombeando, y transcurridos unos instantes, saco su miembro del coño y apoyándolo en su espalda se corrió, los dos estaban exhaustos. Yo decidí irme antes que me vieran. Regrese a la sombrilla y espere junto a mi mujer a que nos llamaran para comer.
             
            Llegada la hora de la  comida, estuvimos departiendo amigablemente, como si no hubiera pasado nada. Mi mujer no sospechaba nada, después de comer, subimos a nuestra habitaciones y follamos como locos. Seguro que mi suegra y mi cuñado nos oyeron. Pero no me importaba, ellos eran los causantes de mi calentura.

Por la noche estuve dándole vueltas a las palabras de mi suegra, “¿no tienes suficiente con lo de esta mañana?”, o sea, que además de andar, salían a follar. Al dia siguiente, no salieron a “andar”, y durante ese dia, estuve atento por si veía algo que me indicara que iban a darle gusto al cuerpo. Pero no, se pasaron todo el dia tranquilos en la playa o en casa. Por la noche, mi cuñado le pregunto a su madre.

-       ¿Salimos mañana a pasear?
-       De acuerdo. A vosotros no os preguntamos porque nunca venís.
-       Se está demasiado a gusto en la cama a esas horas, contesto mi mujer
-       Bien, pues nos vamos nosotros solitos.

Al dia siguiente, cuando salieron, yo me levante deprisa, mi mujer seguía dormida. Desde lejos iba siguiéndolos, me hacía pasar por uno de los madrugadores que van a la playa a pasear. Cuando llegaron a la altura de unas rocas que había, se desviaron hacia ellas, el terreno se lo conocían mejor que yo. La luz del sol ya dejaba ver mejor el terreno. Con mucha precaucion los segui hasta las rocas y escuche la voz de mi suegra:

-       Vamos cariño, al tajo.
-       Prepárate, ayer me tuviste en secano. Hoy me tengo que desquitar.

Mi suegra se desnudo, se tumbo en el suelo y abrió las piernas. Rafa, se arrodillo y metió la cabeza entre sus piernas. Empezó a comerle el coño pasando la lengua por el clítoris, Julia se retorcía se placer.

-       Túmbate ahora boca arriba, déjame hacer a mí. Dijo mi suegra

El obedeció, mi suegra se metió la polla en la boca y empezó a chupársela a buen ritmo. El respiraba fuertemente, cuando se canso de chupar, mi suegra se puso encima de él y se introdujo la polla en su coño. Empezó a cabalgarle como una amazonas, daba gemidos hasta que tapándose la boca dio un alarido que quedo ahogado. Como Rafa no se había corrido todavía, siguió cabalgando hasta que el chaval lo hizo. Ella se incorporo y se puso de pie, el estaba tumbado con los ojos cerrados Al incorporarme para irme, hice un pequeño ruido, mi suegra miro y me vio, Rafa no se percato. Se tapo la boca para ahogar un grito y me miro con horror. Yo la hice un gesto con la mano queriéndola tranquilizar, me lleve el dedo índice a la boca y me fui  con mucho cuidado para que mi cuñado no me viese.

Antes de llegar al chalet, me di un chapuzón. A continuación me dirigí al chalet, y mi mujer ya estaba levantada.

-       ¿Dónde estabas?
-        No podía dormir y fui a darme un baño.
-       ¿Los has visto?
-       No, estarán paseando por ahí.
-       Bueno, ya vendrán.
Pasado un cuarto de hora, entraron por la puerta. Mi suegra con la cara descompuesta.
-       ¿Qué te pasa mama?
-       Estoy mareada, voy a tumbarme un rato.
-       Estaba tan tranquila, y de golpe se ha puesto así, dijo Rafa.
-       Sera por andar tanto. Bueno, sube a acostarte que te ayudo, dijo mi mujer.
Al rato subí a su cuarto, mi mujer y su hermano estaban en la cocina desayunando.
-       Toma, te traigo un poco de leche, tómatela que te sentara bien.
-       Gracias hijo, y se tomo la leche con la mano temblorosa.
-       No te preocupes, Julia, tu hija no se va a enterar por mí. Sois libres de hacer lo que queráis.

Me miro con cara agradecida y empezó a sollozar, yo la di un beso en la frente, la agarre la mano y me despedí. Estuvieron unos días sin salir, pero cuando mi suegra vio que yo no decía nada, se calmo y volvieron a las andadas. Cuando las ganas de joder aprietan…
En la próxima entrega, contare como Rafa tuvo que abandonar durante un tiempo a su madre por un trabajo y ella se vino a vivir a casa.

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