Edipo Rey.

Yocasta:”…tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues muchos son los mortales que antes se unieron a su madre en sueños. Aquél para quien esto nada supone, más fácilmente llena su vida”.

Sófocles, Edipo Rey (496 AC)

jueves, 28 de febrero de 2013

Marina llega borracha



Años después de la muerte de mí madre, mi padre se había casado con Marina de treintaicinco años, cinco años menos que él. Yo estaba a punto de llegar a la mayoría de edad, mi padre era camionero y se pasaba casi toda la semana fuera de casa, solo pasaba con nosotros los fines de semana en casa. Marina y mi padre deseaban con todas sus fuerzas tener otro hijo, para eso los días que se encontraba en casa, aprovechaban cualquier momento para tener relaciones.
Desde mi cuarto los escuchaba hacer el amor, oiga la cama crujir, los golpes del cabecero contra la pared y a ella gemir. Después de casi un año, nada, ella no se quedaba embarazada y la pobre se iba desesperando, “se me va a pasar el arroz” decía cada vez más apesadumbrada. Una noche que mi padre estaba de viaje,  ella quedó con sus amigas para ir a una cena con sus compañeras de trabajo para celebrar no se qué. Mi padre no se opuso, ya que a ella solo irían las empleadas y un par de “chicos”, que según decía Marina, “no eran peligrosos” y guiñaba un ojo.

Ya era más de la una de la madrugada, cuando oí que un coche paraba enfrente del adosado donde vivimos. Me asome y vi un taxi, de el salieron cuatro mujeres a cual más borracha y haciendo un escándalo que lo oyeron en todo el vecindario. Salí corriendo para abrir la puerta de la calle, cuando las mujeres me vieron empezaron a silbar. Algunas luces se encendieron en las casas vecinas y alguien grito para que nos callásemos.
-       Mira que tío mas bueno nos sale a recibir, Guapo dame un achuchón.
-       Dejadle, zorras, dijo Marina con voz pastosa, es joven para vosotras.
-        Shhh, callaros ¡joder!, qué vais a despertar a todo el barrio, dije.
-       Bueno ahí te la dejamos, a ver qué hacéis. Y empezaron a reírse todas como locas.
Yo cogí a Marina, y con mucho trabajo la introduje en casa, la tumbe en una silla para poder cerrar la puerta. Cuando volví, vi que se acababa de vomitar.
-       Ay qué mala estoy, me va a estallar la cabeza
-       Ahora quéjate, si no hubieras bebido tanto…
-       Llévame a la cama, cariño
-       Antes tienes que ducharte, para que se te quite el pestazo.
La prepare la ducha, y la metí vestida. Ella se quejaba, la ropa se le pego a su cuerpo.  La camisa blanca se le transparentaba y dejaba ver un sostén blanco que a su vez dejaba entrever unos pezones oscuros. Ella empezó a desnudarse, y tuve que ayudarla porque ella sola no podía, se quedo con el sostén, las braguitas y los pantis negros pegados a sus muslos.  
-       Tengo ganas de hacer pis, me dijo
-       Espera que te llevo a la taza
-       No, no aquí. Ayúdame.
Yo lo hice, procurando no mirar. Pero no pude evitarlo, tenía el coño rasurado y el tatuaje de un corderito en la ingle. Después de enjabonarla y aclararla, la seque con la toalla, y la lleve a su alcoba. Allí la tumbe en la cama, la quité la toalla en la que estaba envuelta. Estaba desnuda sobre las sabanas, cuando fui a taparla un impulso me hizo no hacerlo y me quede extasiado viéndola, estaba dormida profundamente. En ese momento tuve un impulso incontrolable, me puse a sus pies y besándola los muslos fui lentamente subiendo hasta su coño. La abrí las piernas, ella no se resistía. Empecé a lamerle el coño y ella daba unos pequeños gemidos, seguí hasta sus pechos y se los chupe, viendo que no se despertaba, me envalentone y poniéndome sobre ella, lentamente la penetre.
Yo bombeaba despacio, intentando que no se despertara. Ella seguía dormida, pero aun así daba gemidos. Como veía que no se despertaba, fui aumentando el ritmo y la fuerza de las embestidas, yo resoplaba por el esfuerzo. El ruido de la cama que tantas veces había oído desde mi alcoba, ahora era yo el que lo producía con mis embestidas, y eso me producía una mayor excitación. Ella tuvo un orgasmo, pero no se llego a despertar. Yo estuve un rato mas bombeando hasta que con un ronquido me corrí dentro de ella. Me quede a su vera sudoroso, recuperando el aliento. Entonces con una toallita la limpie lo mejor que pude los restos de semen de su vagina.
Al dia siguiente, se levanto a las tantas, yo estaba temeroso que recordara algo de lo sucedido esa noche. Pero no, ella no dijo ni hizo nada que diera a entender tal cosa. Pasado un mes y medio de aquella noche, Marina vino toda feliz y exultante, nos reunió a mi padre y a mí en el salón.
-       Vengo del médico, estoy embarazada.
-       Amor mío, dijo mi padre abrazándola y besándola apasionadamente, soy muy feliz
-       Felicidades Marina, dije abrazándola y la bese.
-       Esto hay que celebrarlo, dijo mi padre voy a por una botella de vino.
Cuando mi padre fue a la cocina a por el vino, Marina se acerco a mí y dándome un fuerte beso me dijo:
-       Muchas gracias, cariño. Me has hecho la mujer más feliz del mundo.

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