Al día siguiente, sin apenas
dormir, me levante. Había estado dándole vueltas como haría para follarme a mi
madre. El primer paso sería pillarla in fraganti con el fontanero, el resto del
plan lo iría desarrollando conforme se sucedieran los acontecimientos.
Cogí un vigila bebes que teníamos
guardado. Lo escondí en el sótano junto a unas cajas y me lleve conmigo el
altavoz.
Después de desayunar espere
a que llegara el fontanero. Me despedí
de mi madre y me dirigí a un parque cercano detrás del chalet, desde allí podía
escuchar lo que sucedía en el sótano. Durante un rato estuve escuchando al
fontanero reparando la caldera, pasado un tiempo escuche al fontanero llamar a
mi madre.
- Menos
mal, dijo mi madre, ya estaba impaciente.
- Bueno,
ya estoy a tu entera disposición.
- No, aquí
no, vamos a hacerlo bien. Vamos a mi habitación.
Espere cinco minutos por precaución y me dirigí a la puerta de casa, me fije en la persiana de la habitación de mis padres y vi que estaba bajada. Ya estaban en plena faena. Entre con mucha precaución en casa, subí las escaleras y me dirigí a la alcoba de mis padres. Muy despacio me acerque a la puerta, estaba entreabierta, no se habían molestado en cerrarla del todo.
Allí pude verlos follando como locos, mi madre gemía como una perra, el resoplaba con cada embestida. Cuando llegaron al orgasmo los dos, el se levanto, se puso enfrente de mi madre y ella cogió su polla, se la introdujo en su boca y se la mamo hasta que se volvió a correr.
- Anda, vístete y vete que ya es tarde.
- Sí,
tengo que ir a hacer otra reparación.
- Ya, ya,
dijo mi madre.
- Cuando
quieras otra sesión de sexo, llámame. Y no tardes tanto como la última vez.
- Ya veré,
tengo que andar con cuidado, no sea que nos pillen.
- ( Demasiado
tarde), pensé.
Muy despacio, me aleje de la puerta. Entre en el salón y me escondí detrás de un sofá que había. Oí como se despedían y se cerró la puerta de la calle. Mi madre se dirigió a darse una ducha, cuando salió fue a la cocina, al pasar por delante de la puerta del salón la salude.
- Hola mama. Mi madre dio un grito y me miro con cara de terror.
- ¿Qué…que
haces aquí?
- Vivo
aquí, no te acuerdas.
- ¿Cuánto…tiempo
llevas?
- El
suficiente.
Mi madre empezó a llorar, me fui hacia ella, la abrace y la bese en la mejilla. Mi pene estaba erecto y presionaba a través del pantalón en la ingle de mi madre. Ella tenía que notarlo por fuerza.
- No te preocupes mama, no pienso contar nada a papa.
- Gracias,
dijo entre sollozos.
- Anda
ve a hacer la comida, que al final si me quedo a comer.
- Si..ahora
mismo.
Mi madre se puso a cocinar y comimos en silencio. Mi madre apenas probo bocado. Cuando terminamos, nos pusimos a recoger la mesa. Ella la estaba limpiando cuando me acerque por detrás y la abrace, se sobresalto pero no aparto mis brazos. Empecé a restregarle el rabo por su culo, ella continuaba quieta, dejándose hacer.
- Te quiero mama, dije dándola un fuerte beso en el cuello.
- Estás
loco, soy tu madre…no debes hacer eso.
- Si que
estoy loco, por ti, cada vez que os oigo a papa y a ti haciendo el amor me
imagino que soy yo el que te esta poseyendo y cuando te vi con el fontanero, decidí
que ya no podía esperar más, tenía que hacerte mía. Pero solo si tú también lo
deseas.
- Yo…soy
tu madre. No debemos…ni siquiera pensarlo.
En ese momento mi madre se dio la vuelta y me abrazo, nos besamos con pasión. Mi madre me cogió de la mano y subimos a su cuarto. Todavía estaba desecha la cama, mi madre se quito la bata que llevaba, se quedo desnuda frente a mí. Yo también me desnude, empecé a chuparla los pezones, ella gemía, fui bajando por su vientre hasta que llegue a su coño. Lo bese, le pase la lengua, ella se estremecía.
La tumbe en la cama y me puse encima de ella, la penetre. Empecé a bombear, a cada embestida ella daba un gemido y la cama crujía, como tantas veces había oído por las noches. Entre gemidos, ella gritaba: sigue, sigue, no te pares. En un momento dado ella se quedo quieta, me dijo
- Espera, dejame a mi
Se subió encima de mí y se introdujo la polla, empezó a cabalgarme, cada vez con más frenesí. Se agarraba su cabello, nos cogimos de las manos y con mayor ímpetu la penetraba. A los pocos instantes se estremeció, dio un grito –Siiiiiii- y se derrumbo sobre mí. En ese momento entre espasmos, yo también me corrí.
Estuvimos unos minutos recuperando el resuello, me hizo que me tumbara boca arriba. Empezó a masajearme el pene y se lo introdujo en la boca. Se lo metía hasta el fondo de su garganta, yo resoplaba, a los pocos minutos me corrí dentro de su boca, tragándoselo todo.
- Esto era lo que querías ¿no?
- Sí,
pero no quería que te sintieras obligada.
- ¿Obligada?
¿crees que lo he hecho obligada? No me hubieras podido obligar a hacerlo nunca.
- Sabes que nunca
le hubiera dicho nada a papa.
- Lo sé
cariño, y me beso. Vamos a ducharnos, que no podemos estar toda la tarde aquí.
A partir de ese día, siempre que podíamos teníamos nuestra sesión de sexo. E incluso, cuando mi padre tenía el turno de noche en el trabajo, dormíamos juntos como si fuéramos un matrimonio. Ni que decir que el fontanero no volvió a la casa. Mi madre se encargo de decirle que yo sospechaba algo y que si volvían a verse y me enterase, podría pasar una desgracia, que tenía muy mal genio.
Hasta la vista, amig@s
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