Cuando sucedieron los hechos
que voy a relatar, yo tenía 16 años, mis padres 43 y vivíamos en Madrid
Todos los años mis padres y
yo, nos íbamos a pasar tres semanas al pueblo de mi padre, en Andalucía. La familia
de mi padre tenía una casa de campo donde pasábamos ese periodo. En ella vivian
mis abuelos, mi tío Luis que estaba viudo desde hacía tres años y su hijo de
seis años.
Aquel año todo se desarrollaba como siempre, pero cuando había pasada casi una semana, mi padre recibió una llamada de su empresa. Le pedían si podía volver para cubrir la baja de un compañero de la oficina, justamente el que le suplía durante sus vacaciones, había tenido un accidente y estaría una temporada de baja. Mi padre tuvo que acceder, como están las cosas en España, como para no hacerlo.
- Nos vamos contigo, dijo mi madre.
- ¿Como
que os vais a ir?, saltaron mis abuelos, venís de pascuas a ramos y ahora os
vais, apenas os vemos durante el año. Y mi abuela empezó a llorar.
- Tienen
razón, ya es bastante que me estropeen las vacaciones a mí, como para que también
os lo hagan a vosotros. No insistas, el domingo por la tarde vuelvo a Madrid.
- Bien,
como quieras, ¿vendrás los fines de semana, no?
- Si,
no os preocupéis que vendré.
Ahí quedo la cosa, por la noche, cuando ya estábamos todos acostados, Salí de mi cuarto para ir al servicio y al pasar enfrente de la habitación de mis padres, oí su cama crujir y pequeños gemidos de mi madre. Estuve escuchando con la oreja puesta en la puerta hasta que mi madre dio un gemido más fuerte y quedo todo en silencio. Yo estaba empalmado, fui al servicio y me hice una paja a la salud de mi madre. Cuando volví a mi cuarto me encontré con mi madre en el pasillo,
- ¿No puedes dormir? me dijo
- He
tenido un apretón, y me reí
- Vete
a dormir, cariño. Mañana nos levantaremos temprano para aprovechar el día.
Seguí andando, y me voltee para observar a mi madre, a su edad seguía teniendo un cuerpo magnifico. Al día siguiente mi padre partió hacia Madrid, mi madre se quedo un poco triste, y toda la familia hicimos todo lo posible para animarla.
Pasados unos días, ya de madrugada, oí como se abría una puerta en el pasillo, unos pasos cruzaron por delante de mi puerta, era mi madre. A los pocos minutos se abrió la puerta de mi tío. Oí como se alejaba y bajaba los escalones. Me arme de valor y abrí la mía, iba descalzo para no hacer ruido, baje las escaleras y no vi a nadie en la planta baja. Me acerque a la puerta trasera que daba el patio y oí voces hablando. Desde allí no veía nada, y recordé que el ático de la casa tenía una ventana desde donde podría espiar sin ser visto.
Subí al ático, abrí la ventana muy despacio, perfecto, podía ver y oír sin problemas. Un farolillo alumbraba el patio. Allí estaban, sentados uno junto al otro hablando de trivialidades. Llegado un momento de la conversación mi madre le pregunto:
- No te enfades, te lo digo desde el cariño ¿No has pensado en casarte otra vez?, el niño necesita una madre en su vida y tú también una compañera.
- La
abuela cuida de Mario. Es el rey de la casa.
- ¿Y tú? ¿Te vas a quedar solo el resto de tu vida?
- La única
mujer por la que podría pensar en casarme de nuevo ya está casada.
- No
vuelvas a empezar. Quiero a mi marido y tengo un hijo, no quiero romper mi
matrimonio.
Bastante me costo la ultima vez cortar lo nuestro y si vuelvo a caer no sé lo que pasara.
Bastante me costo la ultima vez cortar lo nuestro y si vuelvo a caer no sé lo que pasara.
- Tenemos dos semanas por delante, aprovechémoslo. No creo que tengamos otra ocasión como la que se nos ha presentado. Llevo tres años sin relaciones sexuales, te quiero, te necesito, te deseo.
Yo estaba en una nube, habían sido amantes y ahora mi tío estaba convenciéndola para volver a las andadas y me temía que mi madre cedería a sus ruegos.
- Están nuestros hijos y tus padres. Si nos pillan….
Pero no la dejo terminar la frase, mi tío se abalanzo sobre ella y la beso, intento zafarse de el, pero mi tío la agarraba con fuerza. Mama cada vez forcejeaba menos, hasta que se rindió a él y le abrazo, comiéndole a besos. Se separaron un poco y el la cogio una mano y se la llevo al rabo, ella metió la mano por el pantalón y empezó a pajearle.
- Aquí no, le dijo el, vamos a la buhardilla , allí nadie nos oirá.
Joder, van a subir aquí y me van a pillar, pensé. Con una linternilla que llevaba busque un sitio donde esconderme. Justo a tiempo me metí dentro de un armario que tenían alli, deje la puerta entreabierta. Entraron si hacer ruido, mi tío cerró la puerta con un pestillo y encendio una lamparita. Se dirigieron a un camastro que había allí. Mi tío lo destapo, se volvió hacia mi madre, empezó a besarla, le quito la camiseta que llevaba, sus pechos aparecieron firmes, unas areolas grandes y oscuras, pezones duros como piedras. Mi tío empezó a comerle los pezones, mi madre cerró los ojos y se dejaba hacer, gemía quedamente. Fue bajando la cabeza y besándola en el recorrido por su vientre, la bajo los pantaloncitos que llevaba. Una mata de pelo negro apareció, empezó a pasarle la lengua por el clitoris, mi madre gemia mas fuerte
Mi tío se levanto e hizo sentar a mi madre en la cama. Saco una polla inmensa y mi madre la cogió, la acaricio y se la introdujo en la boca, casi no la cabia. Empezó a chupar, se la metía hasta el fondo de la garganta, mi tío hacia ruiditos de placer, en un momento dado mi tío dio un ronquido y se corrió dentro de su boca. Mi madre se lo trago todo, le miro y se limpió los restos de semen con el dorso de la mano.
- Estabas a tope de semen.
- Si,
eres la que mejor me la ha mamado. Hacia tanto tiempo que no me hacian una
buena mamada… tu marido es un hombre con
mucha suerte.
- ¿mucha
suerte?, si le estais poniendo los cuernos, pensé
Mi tío la tumbo en la cama, mama abrió las piernas, mi tío se puso encima. De un fuerte empujon la penetro y empezó a bombear con frenesi, la cama sonaba como si se fuera a desmantelar. Iban a oírlo mis abuelos, pero ellos ya no pensaban en nada, solo en follar. Las tetas se movían delante y atrás a cada embestida, mi madre gemía, suplicaba que la diera mas, que no parase. En un momento dado, mi tío se quedo quieto y dio otro ronquido, otra vez se había corrido. Mi madre casi al mismo tiempo dio un gemido más fuerte y se quedo quieta. Se quedaron abrazados, mi tío seguía encima de mi madre sin sacársela. Unos minutos de reposo y empezó a bombear de nuevo, mi madre empezó a gemir otra vez, pasados un par de minutos volvió a correrse. Mi tío dio unas embestidas más y se derrumbo sobre ella.
Pasaron unos minutos así, abrazados y dándose besitos, mi tío se levanto y se puso de pie delante de mi madre. Ella se incorporo, le miro la polla y se la introdujo otra vez en la boca. Le dio unos lametones y la soltó.
- Hala, ya la tienes limpia.
-
Bueno, ¿Qué te ha parecido? Sigo en forma ¿no?
-
Claro que si, pero ahora debemos irnos, pronto amanecera.
Se besaron y se vistieron. Con mucha cautela salieron por la puerta. Me quede quieto sin moverme. Espere como media hora a que se durmieran, salí con precaución y me fui a mi alcoba sin hacer ruido.
Al día siguiente, cuando baje a la cocina, ya estaba alli toda la familia. Todos estaban sentados a la mesa excepto mi abuela que estaba haciendo el desayuno, se la notaba que estaba muy seria, de vez en cuando miraba de reojo a la mesa. Joder, anoche debió oírlos, aunque de que me extraño, con el ruido que hicieron como para no oírles. Mi pobre abuelo, como estaba medio sordo ni se despertó. Mi abuela me vio y la cara se le mudo, se acerco a mí y me dio un fuerte beso.
- Llevas la misma ropa que ayer, ven que te tengo preparada una muda limpia.
Fuimos al lavadero, me dio
la ropa limpia y se puso a llorar. La abrace y la di un beso.
- ¿Por
qué lloras?
- Por
nada, he pasado mala noche. No he dormido nada en toda la noche.
- Ni
yo tampoco; dije, nos miramos, la
acaricie la mejilla y la di otro beso.
- Cariño,
no digas ni una palabra a tu padre, No debe enterarse. Rompería esta familia y yo
no lo soportaría.
- No
te preocupes, no diré ni una palabra.
Pasaban los días y ellos seguían con sus juegos sexuales, aunque intentaban ser precavidos, sus escarceos no pasaban desapercibidos. Se acabaron las vacaciones, volvimos a casa y pude respirar tranquilo, ya que durante una temporada no se verían.
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