Edipo Rey.

Yocasta:”…tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues muchos son los mortales que antes se unieron a su madre en sueños. Aquél para quien esto nada supone, más fácilmente llena su vida”.

Sófocles, Edipo Rey (496 AC)

jueves, 7 de marzo de 2013

Mi madre se viene a vivir conmigo (nueva versión)



Tengo veintitrés años, soy hijo único y hasta hace cinco meses vivía con mis padres. Mi madre tiene 48 años y mi padre 55, conforme han ido pasando los años, sus discusiones habían ido en aumento, ya lo hacían por cualquier estupidez, sobre todo mi padre. El es de los que piensan “la mujer en casa y con la pata quebrada” y eso no va con mi madre. Antes de mudarme, di una llave a mi madre.
-       Toma,  si alguna vez no aguantas más, aquí tienes tu casa
-       Gracias amor mío, pero no creo que lleguemos a ese extremo
-       De todas maneras, quédatela y no le des copia a papa.
-       De acuerdo.
            Mi madre venia por casa muchas veces para ver cómo me las apañaba, incluso venia cuando yo estaba en el trabajo. Me daba cuenta porque me encontraba la casa recogida, las sabanas cambiadas y la ropa lavada y planchada e incluso la comida hecha. Yo me “enfadaba” con ella,
-       ¿Por qué lo haces? ¿Ahora vas a cuidar de dos casas?
-       Las paredes de casa se me caen encima, hay días que no aguanto y vengo aquí.
-       Pero venir para trabajar…
-       Ya que estoy aquí, aprovecho. Tú te tiras muchas horas trabajando y seguro que no tienes ganas de ponerte a limpiar ni cocinar.
-       Pero no vengas solo a trabajar, te vienes y te quedas sin hacer nada.
Pasaron las semanas, un dia en la fábrica tuve un percance con una maquina y me dieron el dia de descanso para recuperarme. Llegue a casa y al abrir la puerta vi que no estaba cerrada  del todo, supuse que mi madre estaría allí. Nada más entrar oí los ruidos característicos de dos personas haciendo el amor.
Cerré con sigilo la puerta y me acerque a mi alcoba, allí vi un espectáculo que me dejo helado. Mi madre estaba siendo follada y no era mi padre precisamente el que estaba sobre ella. Yo miraba desde la puerta como el tío la embestía sin piedad, mi madre  gritaba “más, más” “no te pares cabrón”, el tío resoplaba por el esfuerzo de mantener el ritmo.  
-       Date la vuelta, dijo él.
-       Despacio, no seas tan brusco como la última vez.
-       Si en el fondo te gusta...
Mi madre se puso a cuatro patas y por primera vez, vi a mi madre completamente desnuda, a su edad todavía tenía un cuerpo magnífico, sus pechos un poco caídos pero preciosos, no pude evitar la erección. El cogió su polla y se la puso en la entrada de su culo. Y suavemente la penetro, se quedó unos instantes sin moverse y entonces inició un suave movimiento de caderas. Mi madre se quejaba suavemente, pero poco a poco los quejidos dieron paso a gemidos hasta que tuvo un orgasmo, el aumentó el ritmo hasta que se corrió dentro de ella y se quedo rendido sobre mi madre.
Me retiré de la puerta lentamente para irme de casa, no quería que mi madre se enterase que había descubierto su infidelidad. Cuando en ese preciso momento sonó mi móvil,
-       Mi hijo, dijo mi madre, vístete, joder, vístete
-       Maldita sea, dijo el
Yo conteste al teléfono, era un compañero de trabajo, para preguntarme como me encontraba. Vi salir a mi madre a medio vestir, despeinada y con cara de circunstancias.
-       Cariño, yo… ¿Qué te ha pasado? Me dijo asustada mirando mi mano vendada.
-       Nada mama, un golpe con una maquina, mañana vuelvo al trabajo.
-       ¿Nos has visto…?
-      
-       Qué vergüenza, Dios mío y empezó a sollozar.
-       No llores mamá, no te preocupes por mí, no te voy recriminar nada
En ese momento salió el tipo de la habitación, era Antonio, un vecino de la otra casa, le conocía de toda vida, también estaba casado y con tres niños. Salió por la puerta como una exhalación sin despedirse y los dos le seguimos con la mirada. Mi madre me miro y tapándose la cara empezó a llorar amargamente. La abrace, ella me abrazó también y siguió llorando sobre mi hombro. Yo la acariciaba el pelo.
-       Tranquilízate mamá, papa no va a enterarse por mí. Pero tienes que tener mucho cuidado, estas cosas, tarde o temprano se terminan sabiendo.
-       Lo sé cariño, pero es más fuerte que yo. Tu padre está cada dia más inaguantable y desde que te has ido, la casa se me cae encima. Esto es una vía de escape.
-       Vente a vivir aquí, podemos preparar la habitación que está vacía. Y además, podrás estar con él sin temor a que se entere papá.
-       No, cariño todavía puedo aguantar con tu padre. Tendremos que buscar otro lugar donde encontrarnos.
-       ¿Por qué? Mi casa esta a vuestra entera disposición. Podéis venir aquí siempre que queráis.
-       Pero tú lo sabrías….
-       Papá no sospechará nada si estás conmigo,  seré tu coartada.
-       No sé, ya veré.
Durante un tiempo así lo hicieron, mi madre me llamaba por teléfono y yo les cedía mi casa. Me iba a un bar enfrente del portal y desde allí vigilaba  la entrada, no fuese que mi padre se presentase de improviso en el piso y la descubriese. Por suerte, durante el tiempo que duró su relación nunca se presentó allí. Cuando veía que Antonio salía por la puerta, regresaba al piso. Mi madre antes de irse, siempre recogía la habitación y cambiaba las sábanas. Yo me quedaba embelesado observándola, siempre iba con una bata de estar por casa, se notaba que no llevaba ropa interior. Sus pechos se movían libremente y más de una vez, al agacharse se le escapaba alguna teta del “redil”, como ella misma decía riéndose. Después se duchaba y regresaba a casa. Más de una vez, cuando mi madre ya se había ido, me tenía que masturbar para calmar mi excitación.  Un sábado mi madre llegó sin avisar, traía dos maletas
-       Ya no aguanto más, hoy ha sido el colmo.
-       ¿Qué ha pasado? ¿Te ha hecho algo?
-       No, no, pero hoy ha llegado medio borracho y me ha tirado la comida por todo el comedor porque “al señor no le gustaba”.
-       Ya te dije hace tiempo que le abandonaras.
-       Lo sé cariño y encima el desgraciado de Antonio, ayer me dice que su mujer sospechaba algo y que era mejor que lo dejásemos durante una temporada.
-       Olvídate de él, es un capullo integral.
-       Por mí se puede ir al infierno. Que se busque a otra para desahogarse.
-       Ya que te vas a quedar aquí una temporada, tendremos que amueblar la otra habitación.
-       ¿Y gastar un dinero que no tenemos? Nada de eso, yo puedo dormir en el sofá, dijo mi madre señalándolo.
-       Eso es lo más incomodo para dormir que se ha inventado. Yo dormiré en el sofá, que soy más joven.
-       Si hombre, al sofá me vengo yo. Tú tienes que descansar, que para eso trabajas.
-       A mí no me importa dormir aquí.
-       Pero a mí sí que me importa. Espera, de momento podemos hacer una cosa, en tu cama hay suficiente sitio para los dos,
-       ¿Dormir tú y yo juntos…?
-       Que pasa, ¿te da vergüenza dormir con tu madre? ¿O temes que pase algo? Y se rió.
-       No mamá, claro que no, pero…
-       No hay peros que valgan,
-       Bueno, vale, de momento vamos a hacerlo así.
 A medianoche, me desperté y vi que mi madre me tenía abrazado por la espalda. Sentía su respiración en mi nuca,  sus grandes pechos presionaban contra mi espalda. Empecé a excitarme, noté que mi polla se estaba poniendo morcillona. Tardé en dormirme otra vez, por mi cabeza pasaban extrañas ideas, que intentaba alejar. La mañana siguiente era domingo y  mi madre no tuvo otra ocurrencia que la de bajar a la churrería y venir cargada con porras y chocolate.
-       Eh, despierta dormilón, mira lo que te he traído.
-       ¿Qué hora es?
-       Hora de desayunar,
Cuando logré abrir los ojos, pude verla en la puerta de la alcoba, llevaba puesto su abrigo y sujetaba una gran bandeja con las porras y el chocolate.
-       ¿Te acuerdas cuando eras pequeño y desayunábamos en la cama los domingos?
-       Como no me voy a acordar, anda que no lo he echado de menos…
-       Pues hala, coge la bandeja que me meto en la cama.
Cogí la bandeja y a continuación se quitó en abrigo que llevaba, quedándose en camisón, estaba delante de la puerta y a través de la luz que entraba por ésta, pude ver el contorno de su cuerpo.
-       ¿Has bajado así?
-       Si, no voy a vestirme para tener que desnudarme al rato. Además el abrigo es muy largo y no creo que nadie lo haya notado. ¿Quién se va a fijar en una vieja?
-       Tú no eres vieja, además ya quisieran muchas jovencitas tener tu figura.
-       No te burles de tu pobre y anciana madre, y me dio un sonoro beso.
Desayunamos y cuando mi madre hizo intención de levantarse para recoger los restos del desayuno, yo se lo impedí.
-       Quédate en la cama, ya lo hago yo. Hoy no se trabaja en esta casa.
-       Vale, vale, haz lo que quieras...
Regresé a la habitación y me metí en la cama, ella apoyó su cabeza contra mi pecho y me abrazó. Yo acariciaba sus cabellos, no hablamos nada en un buen rato. Su respiración era relajada, notaba su pecho moverse y presionar contra el mío.
-       Si tu padre nos viera ahora, cualquiera sabe lo que se le pasaría por la cabeza.
-       Por suerte no nos puede ver. Además, el se lo ha buscado con su comportamiento.
-       Lo sé, cariño. Pero supongo que algún día tendré que volver a su lado.
-       No tienes porqué.
-       Bueno, ya veremos lo que sucede en el futuro.
El contacto con mi madre, me estaba excitando, no pude impedir tener una erección. Esperaba que mi madre no se diera cuenta de mi estado. 
-       Mama, ¿quieres que vayamos a pasar el día por ahí?
-       Claro que sí ¿Dónde quieres ir?
-       No sé, ya veremos.
-       Por mí de acuerdo. Nos duchamos y nos vamos
-       Vale. Dúchate tu primero mama.
Oía caer el agua y me la imaginaba cayéndole el agua por su cuerpo desnudo. Decidí abrir un poco la puerta y me asomé, la mampara era traslucida y dejaba entrever su figura claramente, puede verla enjabonarse, ella no se dio cuenta de que la estaba espiando..  Cerré la puerta y esperé a que terminara de ducharse. Salió con una toalla grande cubriendo su cuerpo, a continuación me metí yo. Abrí el grifo y aproveché para hacerme una buena paja pensando en su ella. Tardé poco en correrme, salió una gran cantidad de semen, abrí los ojos y a través de la mampara pude ver a mi madre observándome sin decir palabra.
Mi madre dejó una toalla en el soporte y salió rápidamente. Qué vergüenza, mi madre me había pillado “in fraganti”, cuando salí de la ducha mi madre ya se había vestido y había dejado mi ropa encima de la cama. Mi madre me miro
-       Anda, vístete y nos vamos.
-       Si, enseguida
Pasamos un día fantástico, hacía tiempo que no veía a mi madre tan feliz. Regresamos  ya anochecido, nos cambiamos de ropa para estar más cómodos. Mi madre se puso a recoger un poco la casa, cuando pasó por delante a mí, la agarré de la mano y la atraje hasta mí. La senté sobre mis piernas y la abracé.
-       Anda, siéntate ¿No estás cansada?
-       Todo está manga por hombro
-       Ya lo harás mañana, ahora quédate aquí sentada conmigo
-       Déjame que me siente bien, te voy a hacer daño con mi peso.
-       No te preocupes, soy fuerte. Y la di un beso,
-       Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, con tu padre es imposible salir a divertirse.
-       Pues a partir de ahora lo repetiremos a menudo.
Mientras hablábamos, la acariciaba por encima de la ropa, armándome de valor, introduje la mano por debajo de la bata y acaricié su muslo. No hizo ademán de apartarme la mano.
-       Cariño, tienes que echarte novia,
-       ¿Por qué?
-       Tienes que formar una familia, tener hijos, vamos lo que hace todo el mundo.
-       Mamá, tu eres toda la familia que necesito.
-       No es lo mismo, una madre no puede suplir a una esposa en todo.
-       Es una pena que sea así.
Mi madre se quedó sorprendida, lo noté en su mirada. Me acarició la cara y me dio un beso en la mejilla.
-       No digas esas cosas, si alguien te escuchase pensaría…
-       No me hagas caso, últimamente digo muchas tonterías.
-       Si, anda, vámonos a dormir, mañana madrugas.
-       Si, es lo mejor
Nos acostamos, pero no podía dormir, estaba pensando en la conversación con mi madre. Ella tampoco podía dormir, su respiración empezó a hacerse más rápida, unos ligeros movimientos  me hizo sospechar que se estaba masturbando.  Unos instantes después oí un pequeño gemido y el movimiento cesó. La conversación la había puesto caliente y se tuvo que desahogar y no la importó que yo la pudiese oír. Me quedé casi toda la noche en vela, pensando en lo sucedido.
Durante todo el día no pude quitarme de la cabeza el recuerdo de mi madre masturbándose. Cuando regresé a casa, mi madre tenía el semblante serio,
-       Siéntate a mi lado cariño, y dio dos golpecitos en el sofá.
-       ¿Ha pasado algo?
-       Me ha llamado tu padre,
-       ¿Y qué quería?
-       Me ha pedido que vuelva, que me quiere, que lo siente mucho.
-       ¿Y qué le has contestado?
-       Que me lo tenía que pensar, le he pedido tiempo y que de momento me quedaría contigo.
-       Bien, ¿Y piensas volver?
-       No lo sé. Estoy harta, cada día es más difícil vivir con él.
-       Pues no vuelvas, que aquí tienes tu casa.
-       No sé lo que hare, necesito tiempo.
-       Tómate todo el tiempo que necesites.   
El resto de la tarde mi madre se la paso callada. Por fin nos acostamos, mi madre estaba pegada a mí, con su brazo sobre mi pecho. Sin pensármelo, bajé la mano y toqué su muslo, ella dio un respingo, pero no se movió. Fui subiendo la mano, hasta llegar a sus bragas. Metí la mano y  acaricié su vello púbico, introduje suavemente un dedo en su vagina y empecé a masturbarla. Su respiración fue haciéndose más fuerte hasta convertirse en gemidos, tenía los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás. Cuando llegó al orgasmo, arqueó la espalda y se quedó quieta. Su respiración fue calmándose poco a poco. Se giró hacia a mí y metió su mano por mi bóxer, agarró mi polla y empezó a masturbarme. Movía la mano con frenesí hasta que me corrí con un gemido.
-       Te quiero, mama
-       Yo también te quiero, vida mía.
Se levantó de la cama y se fue al baño, yo la seguí y me quedé en la puerta, oía el agua del lavabo correr. Al  rato salió, y se dirigió al salón, yo la seguí como un perrillo sin hablarla. Se sentó en el sofá y yo a su lado. La cogí de la mano
-       Ha sido una locura, me dijo
-       Mama, no es una locura es amor
-       El otro día te dije que una madre no puede suplir a un esposa, y lo sigo creyendo
-       Pues ojala fueses mi esposa, sería el hombre más afortunado del mundo.
-       Pero no lo soy, es imposible
-       Casarnos es imposible, pero no vivir como esposos.
-       Estás loco, si se enterasen seriamos unos apestados. Nadie lo entendería.
-       Sería nuestro secreto, madre e hijo para el resto del mundo, matrimonio entre estas cuatro paredes.
La besé en la boca para que no contestase. La cogí de la mano para llevármela a la alcoba. Ella se resistió y se quedó sentada.
-       Déjame sola, tengo que pensar. Acuéstate tú, yo iré mas tarde.
-       Bien, te espero
No apareció, a la mañana siguiente estaba durmiendo en el sofá, arropada con una manta. Yo la desperté y la dije que se fuera a la cama. Me fui al trabajo, cuando regresé no la vi en casa. Sus maletas no estaban en la habitación donde las habíamos dejado. Había regresado a casa con mi padre, y todo por mi culpa. Estaba sentado en el sofá llorando, cuando oí el móvil sonar. Miré y era mi madre, mi corazón palpitaba tan fuerte que parecía que me iba a estallar.
-       Dime mamá
-       Anda, baja a la calle, que me tienes que ayudar.
Fui corriendo a la terraza y me asomé, allí estaba mi madre sacando las maletas y unas cajas de un taxi. Baje volando por las escaleras, me abracé a ella.
-       Pensé que te habías ido
-       No amor mío, solo he ido a por el resto de mis cosas, si voy a vivir aquí las necesitaré.
-       Sí, claro...
Dejamos todo en el salón. Nos besamos apasionadamente y así, abrazados, fuimos hasta la alcoba. Nos desnudamos y tumbamos en la cama, empecé a lamer su cuerpo empezando por su cara, recreándome en sus pechos hasta que llegué a su pubis.  Le comí los labios y su clítoris mientras gemía de placer.
-       Amor mío, decía mi madre entre suspiros.
Me puse encima de ella y con toda delicadeza la penetré, dio un gemido,  empecé a bombear lentamente, fui aumentando el ritmo paulatinamente y ella a su vez aumentaba el volumen de sus gemidos. Me apoyaba sobre mis brazos y nos mirábamos fijamente los dos. En su cara se reflejaba el placer que la estaba proporcionando. Hice que se pusiera encima de mí, ella cogió mi polla y se la introdujo de un golpe,  comenzó a cabalgar, sus gritos de placer retumbaban en toda la casa, la cama sonaba como si se fuera a romper, sus pechos se movían para todos los lados. Una explosión de placer recorrió todo mi cuerpo, me corrí, ella seguía con la cabalgada hasta que ella dio un alarido y me abrazó, había llegado al orgasmo.
-       Mi vida…  ha sido… maravilloso.  Dijo mientras recuperaba el resuello
-       Si  mama …lo ha sido
Permanecimos abrazados un buen rato, acariciándonos con ternura. Nuestros ojos reflejaban el amor que nos teníamos el uno al otro.
-       ¿Te apetece otro?
-       ¿Otro? ¿Te quedan fuerzas todavía?
-       Tengo veintitrés años, lo que me sobra es energía. Date la vuelta,
Puso su culo a mi disposición, la agarré por la cintura y de un golpe la penetré, dio un  grito, bombeé lentamente, no quería hacerla daño, ella daba gemidos de placer. Una de las puertas del armario era un espejo y los dos nos veíamos reflejados en él mientras follábamos. Después de un rato me corrí dentro de su  culo, como vi que ella no había llegado al orgasmo continué con el bombeo hasta que dio un gemido que me indicó que ya había llegado.
-       Nunca había tenido dos orgasmos tan seguidos
-       Pues vete acostumbrando
Mi madre miró la hora, se levantó de la cama
-       Voy a hacer la cena, tú descansa.
-       Si, tengo que recuperar fuerzas para esta noche.
-       ¿Esta noche también? Y se fue cantando a la cocina
A partir de ese día, nuestras sesiones de sexo eran casi a diario, pero manteníamos las apariencias y de puertas hacia fuera, éramos madre e hijo, pero cuando estábamos en casa éramos un matrimonio
 Cuando mi padre vio que mi madre había recogido el resto de sus cosas, comprendió que no regresaría con él. Con el tiempo se divorciaron, vendieron el piso, los muebles que tenían y se repartieron el dinero.

3 comentarios:

  1. muy bueno,,,tus relatos son muy bueno,,,no puedo esperar por mas
    te dejo mi correo,,,teatrerohd@hotmail.com,,,,espero tener noticias

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  2. Pásame más relatos de este estilo amigo.

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Gracias por vuestros comentarios.