Edipo Rey.

Yocasta:”…tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues muchos son los mortales que antes se unieron a su madre en sueños. Aquél para quien esto nada supone, más fácilmente llena su vida”.

Sófocles, Edipo Rey (496 AC)

sábado, 9 de marzo de 2013

El vecino del bungalow II



Pasaban los días y los encuentros entre ellos continuaron, hasta que llegó el día que Teodoro vino a despedirse. Tenía que volver de inmediato a su empresa para resolver un asunto urgente. Mi madre se quedó muy mal y mi padre, con su habitual sagacidad, ni se percató del estado de mi madre. Cuando mi madre creía que nadie la observaba, se quedaba fijamente mirando el bungalow donde tenía sus encuentros con Teo. Estaba claro que le echaba de menos.
Varios días después de la partida de Teo, mi padre pilló otra cogorza, esta vez tuvimos que ser mi madre y yo quien le llevásemos a la cama. Una vez acostado, nos fuimos al porche, allí nos sentamos en el banco que había. Le agarré la mano y se la besé. Ella me acarició la cara y me dio un beso en la mejilla.

-       Mama, que te sucede, llevas unos cuantos días que te veo extraña.
-       Nada, cariño. Cosas de mujeres.
-       ¿Le echas de menos?
-       ¿A quién?
-       A Teodoro, desde que se ha ido te veo triste.
-       ¿Qué te hace pensar que le echo de menos?
-       Papá no se da ni cuenta, pero yo sí.
-       ¿De qué te das cuenta?
-       Lo sé todo, os he visto.
-       ¿Nos… viste? Preguntó aterrorizada. Su cara era todo un poema.
-       Si, y además…
En ese momento saque la cámara de video y empecé a reproducir el video que había grabado en la playa. Mi madre miraba  las imágenes fijamente. Cuando acabó la sesión de cine, me miro con ojos llorosos.
-       ¿Por qué has hecho eso? Si tu padre las ve…
-       Tranquila, papá no tiene porque verlas…
-       Bórralo, por favor, bórralo. Y comenzó a llorar
-       Eso tiene su precio,
-       ¿Qué… precio? ¿Qué... que quieres decir?
La agarré de la mano, ella me miraba y respiraba profundamente.
-       Hace mucho tiempo que estoy enamorado de ti, me gustas, cuando haces el amor con papá, pienso que soy yo el que te lo hago.
-        Estás loco, eso es asqueroso. Un hijo no debe pensar en hacer eso con su madre.
-       ¿Por qué? Si la ama...
-       Pero yo no te amo…, bueno, si te quiero, rectificó en el momento, pero es amor de madre, no tiene nada que ver con el sexo.
Me miraba con los ojos llorosos y me acarició la mejilla con ternura. En ese momento un sentimiento de culpa me golpeó como un rayo, me sentía al ser más miserable del mundo. Mi madre, a pesar de lo que le había hecho, todavía me quería.
-       Cariño, sabes que eres lo que más quiero en este mundo, pero debes entender que es imposible que tú y yo...  
-       Si, lo entiendo, dije asintiendo cabizbajo.
-       Debemos olvidar todo este asunto, será lo mejor para todos.
-       Si, toma, borra el video tú misma, y le entregué la cámara. Y perdóname, mama, la di un beso y me marche.
-       Gracias cariño, es lo mejor
Me fui a mi cuarto y sentándome en la cama empecé a llorar, “Qué he hecho, madre mía, que he hecho, joder”.  Al rato oí como daban unos golpecitos en la puerta,
-       Rubén, ¿puedo entrar?
-       Si, pasa mamá,  me enjugue las lagrimas
Entró en la habitación, cerró la puerta tras de sí y dejó la cámara en la mesilla. Se sentó a mi vera, me cogió la mano y con la otra me acarició la cara. Se quedó callada.
-       Mama, lo siento mucho, estoy muy avergonzado.
-       Lo que pasó con Teo…  no estoy orgullosa de ello, pero tu padre me tiene abandonada.
-       Lo sé mamá, se que papa no te hace el caso que mereces.
-       Si fueras mi esposa, te trataría como una reina, eres maravillosa y él no se da ni cuenta.
Me abrazó y me cubrió de besos la cara,
-       Tú sí que eres maravilloso, la mujer que se case contigo será la más afortunada del mundo. Casi la envidio.
-       Espero que algún día puedas perdonarme y olvidar todo, no podría soportarlo si no lo hicieras.
-       Si ya lo he hecho, amor mío. ¿Cómo no te voy a perdonar?
Apoyé mi cabeza contra su hombro, ella me acariciaba el pelo. Permanecimos en silencio un rato, en la casa solo se oía los ronquidos de mi padre en su habitación.
-       Supongo que muchos hijos tienen esos deseos por su madre. Dijo mi madre.
-       Supongo, no creo ser el único.
-       E incluso algunos tendrán sexo con su madre.
-       Supongo que sí.
-       Es posible que me haya excedido en mi reacción.
En ese momento me dio un vuelco el corazón. Se levantó y me agarró de la mano, la seguí como un perrillo. Cogió su bolso y salimos del bungalow. Nos dirigimos al bungalow de Teo, mi madre sacó una llave y abrió la puerta.
-       Me la dio antes de irse, por si acaso la necesitaba, está pagado hasta el domingo.
Nos dirigimos a la habitación, bajé las persianas totalmente, no quería mirones. Me giré hacía mi madre
-       ¿Estás segura mamá?
-       Amor mío, ya no estoy segura de nada, pero lo quiero hacer.
-       Yo también.
-       Rubén, ¿sabes que lo que vamos a hacer es una locura, no?
-       Lo sé
-       Y que nadie debe enterarse, ni siquiera sospechar nada, y mucho menos tu padre.
-       También lo sé.
 Mi madre se fue desnudando lentamente, me miraba fijamente a los ojos. Observaba atentamente su striptease, mi polla se puso tiesa. Por fin pude ver a mi madre desnuda sin necesidad de esconderme. Su cuerpo era firme gracias al ejercicio físico que realizaba en el gimnasio. Unos pechos preciosos con los pezones duros como piedras y unas areolas oscuras. Tenía el pubis depilado y eso me permitía ver su raja. Era una preciosidad, no comprendía como mi padre la tenía tan abandonada.
-       Qué cuerpo más hermoso tienes, dije.
-       Gracias amor mío, mi trabajo me cuesta, me paso las horas machacándome en el gimnasio. Y total para qué, tu padre no me hace ni caso.
-       Si fueras mi esposa no te abandonaría ni un sólo instante.
Me cogió la cabeza con las dos manos y me atrajo hacía ella, me besó apasionadamente. A continuación empezó a desabotonarme la camisa, conforme lo hacía me iba besando mi pecho. Siguió bajando, me soltó el cinturón y el pantalón cayó al suelo. Mi erección era notoria, me bajó el slip y mi polla salió disparada hacia arriba.
-       Rubén, mi niño, que maravilla.
Me la agarró y  se la introdujo en la boca, empezó a lamérmela.  Estaba en la gloria, suspiraba mientras la nombraba,
-       mama, mama 
ella continuó chupando con frenesí y con una explosión me corrí en su boca, la pilló de improviso y la hizo toser. El semen resbalaba por las comisuras de sus labios, ella lo recogió con su mano y se lo introdujo en la boca. Me sonreía mientras se lo tragaba.
-       Estabas a reventar, y se rió
-       Mamá, ha sido maravilloso
-       Ahora te toca a ti darme placer
Se tumbó en la cama y abrió sus piernas, me señaló su coño y me dijo
-       Comételo entero, amor mío.
Me incliné sobre su coño y comencé a comérselo, ella suspiraba cada vez más fuerte. Agarraba las sábanas y estiraba de ellas, arqueaba su espalda de placer. Yo sujetaba sus muslos mientras metía mi lengua y jugaba son su clítoris
-       Dios, dios repetía a cada lametón que la daba.
Entonces con un grito llegó al orgasmo, se quedó jadeando mientras me sujetaba la cabeza  para que no la retirara.
-       Rubén… vida mía… ha sido… maravilloso
-       Gracias mama,
Nos abrazamos, el olor de su cuerpo era embriagador, estuvimos un rato descansando.
-       ¿Te has recuperado, amor mío?
-       Si.
-       Entonces déjame hacer ahora a mí.
Comenzó a masajearme la polla, cuando estuvo otra vez dura, se sentó sobre mí  y lentamente se la introdujo. La agarré por su cintura y empezó a subir y a bajar.  Mi madre iba aumentando frenéticamente la cabalgada, resoplando cada vez más fuerte. Sus pechos botaban, echaba la cabeza hacia atrás, gemía, se agarraba el cabello
-       Amor mío, ¡Dios! Ahhhh
repetía  mi madre mientras se retorcía de placer. Agarré sus pechos, ella sujetó mis manos para que no los soltara. Entonces, con una explosión de placer, me corrí. Ella no aminoró ni un ápice su cabalgada, estaba en pleno éxtasis.  Me miraba con la boca apretada y su cara denotaba que estaba disfrutando plenamente. Dio un alarido, y se derrumbó sobre mí, los dos jadeábamos abrazados.
-       Mi vida,  me decía al oído, ha sido maravilloso. Me cubrió de besos el cuello.
-       Si, mamá,  lo ha sido.
Permanecimos abrazados hasta que vimos que estaba amaneciendo. Mi madre se levantó  y me agarró de la mano
-       Debemos regresar, está amaneciendo, si se despierta papá y no nos ve…
-       Todavía le durará la cogorza.
-       No te fíes, debemos regresar por si acaso.
-       De acuerdo.
            Llegamos al bungalow justo a tiempo, mi padre se había despertado y al no encontrarnos en casa había salido al exterior a buscarnos. Estaba en el porche, con la mano puesta en los ojos por que la luz del sol le molestaba por la resaca.
-       ¿Dónde estabais? Dijo con una voz pastosa.
-       No podíamos dormir y decidimos salir a pasear por la playa.
-       Y me dejáis a mí solo
-       Cariño, con la tajada que tenías anoche, pensamos que dormirías hasta el mediodía.
Y le dio un beso en la boca, con esa misma boca que unas horas antes se había tragado todo mi semen.  Nos metimos todos dentro
-       Voy a preparar el desayuno,
-       Te ayudo mamá
-       No hace falta cariño, ya me encargo yo. Tú descansa, que buena falta te hace. Me susurró al oído para que mi padre no se enterase.
Pero mi padre con la resaca que tenía, no estaba para enterarse de nada, estaba con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la mesa. Nosotros mientras tanto, aprovechamos para meternos mano por debajo de la mesa, nos acariciábamos como unos adolescentes.
            Pasamos varios días sin poder escabullirnos, ya pensábamos que no tendríamos más oportunidades para estar los dos juntos. Pero la última noche que íbamos a estar allí, mi padre decidió celebrar una partida de mus, para despedirse de las vacaciones. A mi madre no le importó esta vez, el problema era que ya no teníamos el otro bungalow a nuestra disposición, así que a mi madre se le ocurrió que lo hiciéramos en el mar.
Nos pusimos los bañadores y paseando por la playa, nos alejamos a una distancia prudencial del gentío y nos metimos en el agua, la playa estaba completamente a oscuras a excepción de la zona del chiringuito y los bungalows  Nos besamos con pasión, nos quitamos los bañadores y nos lo sujetamos a las muñecas para evitar perderlos. Mi madre me abrazó con sus piernas, yo la sujetaba con mis brazos por su culo y agarrándome el pene se lo introdujo, subía y bajaba lentamente, jadeábamos como animales, de vez en cuando parábamos y nos quedábamos callados para comprobar si había alguien en las inmediaciones que pudiera descubrirnos. Estuvimos así un buen rato hasta que llegamos al clímax a la vez. Salimos y nos tumbamos desnudos en la arena, el temor a que alguien nos descubriese lo hacía más excitante si cabe.
Entonces se me ocurrió irnos hasta las dunas, desde donde grabé a mi madre y a Teo teniendo sexo.
-       ¿Aquí? Preguntó mi madre
-       ¿Por qué no? A estas horas nadie viene por aquí,
-       Por mí vale.
-       Ponte a cuatro patas y mirando para el chiringuito, si alguien viene le veremos antes que él a nosotros.
Su puso como la dije y la penetré, inicié el bombeo, mi madre gemía. Yo iba alternando la vista entre la playa y ella, aumenté el ritmo hasta llegar a un frenesí que me hizo bajar la guardia y ya no miraba la playa, me agarré a sus pechos y seguí bombeando, con un grito me corrí dentro de ella.
-       Sigue, no te pares,
Continué hasta que ella, tapándose la boca para no ser oída, dio un alarido. Nos quedamos exhaustos, por suerte nadie nos oyó. Nos pusimos los bañadores y tranquilamente nos dirigimos hasta donde estaba mi padre. El seguía jugando a las cartas, seguro que no nos había echado de menos, ni nosotros a él
-       ¿Ya habéis vuelto?
-       Si, hemos ido a bañarnos un poco para despedirnos de la playa.
-       Eso esta bien.
Mi madre y yo nos fuimos a las tumbonas que había a la espera que mi padre decidiese terminar de jugar. Al día siguiente partimos para nuestra casa, durante el viaje mi padre nos preguntó
-       ¿Os habéis divertido en estas vacaciones?
-       Si, contestamos al unísono
-       Cariño, han sido las mejores vacaciones que he tenido, dijo mi madre, tenemos que repetirlas el año que viene.
-       Si, el año que viene tenemos que volver al mismo sitio, le dije.
-       Está bien, si vosotros queréis, así lo haremos.
A partir de esas vacaciones, mi madre ya no necesita buscar fuera de casa lo que podía tener dentro cuando quisiera y  sin correr riesgos. Con solo chasquear los dedos, acudo a su llamada cual perrillo, estoy a su completa disposición, dia y noche  los 365 días del año. Mi padre, como siempre, no ve más allá de sus narices y nunca se entera de nada.
 Al año siguiente regresamos en la misma época y casualidades de la vida, nos dieron el bungalow que Teo alquiló el año anterior, que recuerdos nos traía. Por suerte para mí, Teo no apareció, aunque mi madre a lo mejor le hubiera gustado verle por allí, pero no me dijo nada.

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