Edipo Rey.

Yocasta:”…tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues muchos son los mortales que antes se unieron a su madre en sueños. Aquél para quien esto nada supone, más fácilmente llena su vida”.

Sófocles, Edipo Rey (496 AC)

martes, 5 de marzo de 2013

El vecino del bungalow I




Mi familia la componemos mi madre Anabel de 42 años, mi padre Julián de 44 y  yo, Rubén de 17. Aquel año habíamos alquilado un bungalow a pie de playa en la costa. Una noche, durante la cena, mis padres trabaron relación con Teodoro, un vecino de otro bungalow. Provenía de Guinea Ecuatorial, aunque desde pequeño residía en España, era empresario y por lo que contó,  se había separado de su mujer hacía unos meses e iba a pasar unas semanas por allí. Mi padre esa noche se pasó con la bebida y acabó durmiendo con la cabeza puesta en la mesa, mientras mi madre y hablaba con el vecino. Mamá echaba unas miradas “asesinas” a mi padre, mientras que yo le daba golpecitos para que se despertara, pero nada, la había cogido buena. Pasadas las doce de la noche, mi madre se levantó de la mesa.

-       Rubén, vamos a llevar a tu padre a la cama, a que duerma la mona.
-       A ver si podemos,
-       Vamos, que yo te ayudo, me dijo Teodoro
-       Muchas gracias, contestó mi madre
Entre los dos llevamos a mi padre sin apenas esfuerzo, lo acostamos y salimos al porche del Bungalow.
-       ¿Te apetece tomar algo? Preguntó mi madre a Teo
-       Una cerveza, gracias
-       Cariño, ¿quieres tu algo?
-       No, gracias me voy a dar una vuelta por ahí, a ver qué ambiente hay.
-       Vale.
Yo me fui con la mosca tras la oreja, Teodoro era muy amable con mi madre y no me fiaba de sus intenciones. Cuando desaparecí de su vista, di la vuelta y escondiéndome donde ellos no pudieran verme, los observaba. La verdad es  que no vi nada raro, estaban charlando animadamente,  pero desde esa distancia no les oía. Solo veía como se reían, pero nada más. Pasadas casi dos horas, y unas cuantas cervezas, Teo se levanto y mi madre a continuación, se despidieron dándose dos besos en las mejillas, mi madre se metió dentro, y Teo se fue.
Esperé un rato y me dirigí al bungalow yo también, la puerta tenía la llave sin echar. Entré sigilosamente para no despertarlos y al pasar de puntillas por delante de la puerta de mis padres, oí unos suaves gemidos. “Están follando” pensé, me asome con mucho cuidado y no, no estaban follando. Gracias a la luz que entraba por la ventana, vi a mi madre desnuda encima de la cama masturbándose como una loca, se tapaba la boca con la otra mano para no hacer mucho ruido. Era la primera vez que veía a mi madre completamente desnuda, sus pechos se mantenían firmes y su pubis depilado, permitiendo ves su vagina perfectamente. Mientras tanto, mi padre dormía como un tronco a su lado. Teodoro la debía haber puesto  cachonda perdida y ahora se estaba desahogando ella misma, ya que con mi padre no podía.
Cuando mi madre terminó, me escabullí del bungalow sin hacer ruido.  Me fui a un lugar apartado y me masturbé desenfrenadamente pensando en mi madre. Después regrese y al entrar por la puerta, procuré hacer un poco de ruido para que mi madre me oyese.
-       Rubén, ¿eres tú?
-       Si mamá, conteste “o ¿preferirías que fuera Teodoro?” eso lo pensé
-       No puedo dormir, hace mucho calor esta noche, y salió de su habitación.
-       Ya lo sé, mamá, vamos al porche la dije.
Iba con una camiseta larga, sus pechos se bamboleaban libremente, había encendido la luz de la mesilla y gracias a ella, pude observar el contorno de sus muslos, estaba impresionante. Nos sentamos uno al lado del otro, la cogí de la mano, la misma con la que se había estado masturbando, me la lleve a los labios y la di un beso en el dorso y me quedé unos instantes con su mano pegada a mí mejilla, olía a fluidos vaginales. Estuvimos charlando de tonterías, pero yo solo tenía en mente su imagen masturbándose.
Al día siguiente, mi padre no tenía muchas ganas de levantarse, tenía una resaca del quince. Mi madre y yo decidimos ir a la playa solos. Allí estaba Teodoro, tomando el sol.
-       No creo que te pongas más moreno, bromeó mi madre.
-       Yo tampoco, pero soy como los lagartos, el sol me da energía para todo el día.
Nos pusimos a su lado, mi madre se sentó en la toalla y Teodoro se levantó, sacó tres refrescos de una nevera portátil que tenía a su lado y nos ofreció una a cada uno. Mi madre en ese momento no pudo de dejar de fijarse en el bulto que se le marcaba en el bañador, el se dio perfecta cuenta y sonrió, yo hice como si no lo hubiera visto. Un rato después  Teodoro se levantó y le dijo a mi madre,
-       ¿Te vienes a dar un baño?
-       De acuerdo, Rubén ¿te quedas tú al cuidado de las cosas?
-       Qué remedio, iros
El agua les cubría hasta el cuello, yo hacía que leía un libro, pero me fijaba atentamente en todos sus movimientos. Teodoro me miró, y creyendo que no les observaba, cogió a mi madre por detrás y se pegó a ella. Mi madre hizo el intento de zafarse, pero era muy fuerte y no pudo. Se notaba claramente que le estaba restregando la polla por detrás y ella no se resistía. Teodoro la soltó y mi madre salió del agua, él se quedo dentro, supongo  que esperando que se la bajase la hinchazón. A la hora de comer nos fuimos cada uno a nuestro bungalow.
Esa misma noche, a mi padre le invitaron a jugar al mus, que es su debilidad. Aceptó sin pensárselo dos veces, a mi madre le sentó muy mal, pero no le dijo nada. Mi padre estaba enfrascado en el juego, mi madre muerta de aburrimiento y yo jugando con el móvil. En eso que mi madre se levantó, se dirigió a mi padre
-       Oye, me voy a dar un paseo por la playa, tu puedes quedarte aquí
-       Vete, vete le contestó sin mirarla
Yo observaba atentamente, mi madre pasó por delante de Teodoro, que estaba hablando con otro hombre, le miró y éste le devolvió la mirada. A los pocos minutos, se levantó y se fue por el mismo camino que mi madre. Esperé un poco e hice lo mismo, Teodoro paseaba tranquilamente por la playa, cuando de improviso cambió de rumbo y se dirigió a su bungalow, abrió la puerta y apareció mi madre por un lateral y se introdujo rápidamente en el.
Ya me lo temía yo, fui corriendo por detrás de los otros bungalows hasta que me encontré justo detrás del suyo. Por suerte, la luz del farol que había en la pared estaba apagada. Me asomé por la ventana que daba a la habitación y en otro golpe de suerte vi que la persiana no estaba bajada del todo ni las cortinas echadas. Podía ver perfectamente toda la habitación, allí estaban los dos abrazados y besándose. Mi madre se desnudo rápidamente, el hizo lo propio, una polla enorme apuntaba hacia mi madre, ella la cogió  y acarició suavemente, apenas le cabía en la mano. El empezó a besarla sus pechos,
-       Eres preciosa, tienes un cuerpo espléndido
-       Tu polla sí que es espléndida, es la polla más grande que he tenido en mi mano y he tenido unas cuantas, pero es la primera polla negra.
-       ¿Unas cuantas? Y yo que te creía una modosita…
-       Mi marido me deja demasiado a menudo sola, y una tiene sus necesidades
-       Pues hasta que no has probado una polla negra, no sabes lo que es bueno.
-       Eso lo voy a comprobar enseguida.
-       Pues hala, a la faena, que pa´ luego es tarde
Mi madre se puso de rodillas e intentó meterse el rabo en la boca, apenas le cabía la punta, así que solo pudo chuparle el glande. El hizo que se levantara y la acostó sobre la cama, metió su cabeza entre las piernas y la comió el coño. Ella gemía, cerraba los ojos y arqueaba su cuerpo de placer. Cesó de comerle el coño y se puso encima de ella
-       Hazlo despacio, no quiero que me revientes el coño.
Lentamente él introdujo su pene, mi madre se quejó de dolor, pero enseguida pasó. Su polla salía y entraba sin compasión, mi madre tenía levantadas las piernas, hasta que se cansó y las cerró sobre la cintura. Mi madre daba alaridos de placer, “mas, mas”, “Dios”, “no te pares” gritaba mientras se retorcía debajo del negro. El tío era incansable, la cama parecía que se iba a romper, el ruido del cabecero golpeando la pared resonaba como un tambor “bum, bum,bum”, en eso mi madre dio un gemido más fuerte que los anteriores, clavó las uñas en la espalda de Teo y se quedó quieta. Había llegado al orgasmo, él paró las embestidas, la besó en la boca y la hizo voltearse.
-       Por el culo no, nunca me lo han hecho por ahí.
-       De acuerdo.
Volvió a poner la polla en la entrada de su coño, agarrándola por sus caderas la penetró sin miramientos, sus pechos bailaban adelante y atrás. Después de muchas embestida, mi madre volvió a tener un orgasmo, esta vez él sí que se corrió dentro de mi madre, echó la cabeza hacia atrás y resoplando la llenó con su leche. Mi madre tenía la cara apoyada contra la almohada, él se abrazó a ella por detrás agarrándole las tetas. Cuando él se recuperó un poco, se puso a la faena otra vez, mi madre estaba en la gloria, dudo mucho que ningún hombre y mucho menos mi padre, se la hubiera follado se esa manera ni por supuesto, tantas veces en una noche.
Habían estado hora y media follando, mi madre se levantó y empezó a vestirse rápidamente,
-        
-       Joder, mira qué hora es, si mi marido me está buscando…
-       No te preocupes, no creo que se le ocurriera venir aquí a buscarte.
-       No te fíes,
-       Bueno ¿Qué te ha parecido tu primera polla negra?
-       Ha sido increíble, nunca he gozado tanto con un polvo.
Se agacho y chupo el glande de Teo, se lo dejo reluciente. Mi madre salió corriendo, por suerte para ella, mi padre todavía estaba enfrascado en el juego. No creo ni que la echara de menos. Desde lejos, vi como saludaba a mi padre y se fue a casa. Supongo que a darse una ducha para quitarse el semen. A la mañana siguiente, mi madre bajó sola a la playa, desde mi cuarto y gracias a unos prismáticos, pude ver que los dos se iban nadando hacia el final de la playa, donde no había edificaciones. Bajé corriendo, los seguí por la arena sin que ellos notasen mi presencia, me escondí tras unas dunas y con la cámara de video empecé a grabar la escena, ellos pensaban que nadie les veía. Ella metió la mano en el agua y al sacarla apareció la parte de debajo de su bañador. El la agarró, la subió en vilo y la hizo bajar, ella se abrazó a él y empezó a subir y a bajar lentamente, se la estaba volviendo a follar y a plena luz del día, sus gemidos llegaban hasta mis oídos. Cuando acabaron, se fueron nadando hacia la zona donde estaba toda la gente. Yo me quedé viendo el video que había grabado.
En ese preciso momento empecé a maquinar la manera de aprovecharme de la situación.

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