Esta es una nueva versión de "Marina llega borracha"
Me llamo Alberto y tengo
dieciocho años, vivo con mi padre, Vicente, de cuarenta años y con Marina, su
esposa de treintaicinco. Mi madre había fallecido hace casi ocho años y hace
algo más de dos años mi padre se caso con Marina. Desde el fallecimiento de mi
madre, había vivido con mis abuelos maternos, mi padre no podía cuidar de
mí, trabaja de camionero viajando por
toda Europa y a consecuencia de ello, se pasa varios días fuera de casa. Después
de la boda mi padre hizo que me fuera a vivir con ellos.
Al principio, mi relación
con marina fue distante, era la sustituta de mi madre y eso no me gustaba nada.
Pero poco a poco, fui cambiando mi aptitud hacia ella. Era una mujer
maravillosa, me trataba con cariño pese a mis desplantes, siempre tenía una
palabra amable y una sonrisa en sus labios hacia mí. Sin ser de una gran
belleza, su cara tenía unos rasgos preciosos. Su máxima obsesión era ser madre,
conforme pasaba el tiempo, se iba desesperando más. Un día, creyendo que yo no
les oía escuche toda su conversación
- Nunca
voy a ser madre, se quejaba Marina
- Aún
tienes tiempo, Alberto tardó casi cuatro años en venir.
- ¡Cuatro
años! Dios mío, voy a parecer su abuela
- No
exageres, muchas mujeres tienen hijos ya mayores.
- Pero
yo lo quiero ahora, no dentro de cuatro años
- Lo
único que podemos hacer es seguir intentándolo, por eso que no quede.
Se subieron a su alcoba, y a
través de la puerta cerrada los pude oír mantener relaciones. Pero nada, cuando
le bajaba el periodo, Marina se venía abajo y lloraba. Tendría que esperar otro
mes. Un día al regresar a casa, vi que Marina no había regresado todavía de la
oficina y me subí a la buhardilla que teníamos en el chalet, solía pasarme las
horas muertas allí escuchando música o leyendo. Al rato, oí un coche llegar, vi
bajar a Marina y a otra mujer, Almudena, una compañera de la oficina. Tardé un
rato en bajar, el salón está dividido en dos alturas, y desde arriba se puede
oír todo lo que se habla abajo sin peligro que le vean a uno.
- Ya
no sé lo que hacer, pasa el tiempo y no puedo quedarme embarazada
- ¿Habéis
ido al médico?
- Yo
sí, pero no, dice que él no le pasa nada
- ¿Y
qué te ha dicho el médico?
- Que
puedo tener hijos perfectamente, no me pasa nada
- Entonces
ya sabes, el problema lo tiene él. ¿y si es estéril?
- Como
va a ser estéril, si tiene un hijo.
- Pareces
tonta, hija. ¿y si el hijo no es suyo?
En ese momento un
sentimiento de odio afloro hacia aquella zorra. Insinuar que mi madre había
engañado a mi padre. Me costó contenerme, pero lo hice.
- Imagínate
que su esposa, viendo que no se quedaba embarazada, o por un desliz o por lo
que sea, tuvo relaciones con otro hombre, y de resulta de ello, quedó
embarazada.
- No
sé.
- Tu
misma me has dicho que el chico tardó cuatro años en venir.
- Sí,
pero eso no implica…
- Cuatro
años que tardaron ellos, más dos vosotros, seis años. Muchos años para no
quedar embarazada.
- No
sé qué hacer, cualquiera le insinúa de hacerme una inseminación por que el no
vale para darme un hijo.
- Marina,
cariño, hay otra manera más sencilla.
- ¿Estás
insinuando…?
- Tu
misma, pero visto lo visto, a lo mejor es la mejor opción.
- No,
no eso nunca.
- Pues
vete haciendo la idea de no ser madre.
Almudena se levantó y se
despidió de ella, me volví a subir a la buhardilla. Marina entro en su alcoba,
salí sigilosamente de la casa y al rato regrese como si nada. Marina estaba en
la cocina,
- Hola
cariño, ¿ya estad de vuelta?
- Si,
¿qué hay de cena?
- Filetes
y patatas fritas.
Pude notar que estaba triste
y pensativa, me acerque a ella y la agarré su mano
- ¿Te
pasa algo? Te noto extraña.
- No,
cariño, tengo un poco de jaqueca.
- Entonces
siéntate, que yo hago la cena.
- No,
ya la hago yo, no me duele tanto..
- Oye,
que no soy tan inútil para no saber freír unas patatas y unos filetes.
- Bueno,
hazlo tú, y se fue.
Cenamos y poco a poco se fue
animando. Al final de la velada ya se reía y todo.
- ¿Te
apetece que mañana vayamos al cine y a cenar por ahí? Le pregunté
- Claro
que sí, me encantaría
Nos fuimos a acostar cada
uno a su habitación. Me costó dormir, pensaba en la conversación de esa tarde.
Y si tenía razón esa mujer y mi madre había tenido un amante y ese era mi
verdadero padre. Pero no podía aceptar esa idea.
Al día siguiente fuimos al
cine y a cenar, nos lo pasamos muy bien, sobre todo ella. Marina estaba feliz y
yo también lo estaba de verla así. A partir de ese momento, una o dos veces por semana, cuando mi padre estaba de viaje, salíamos a pasar la
velada por ahí. Mi padre nos animaba a que saliéramos, no quería que Marina se
quedase en casa todo el tiempo. Una noche, después de cenar me dijo.
- Mañana
he quedado con las chicas de la oficina a celebrar el cumple de una de ellas.
No pasaré por casa, iremos directamente desde la oficina.
- De
acuerdo, que os divirtáis.
- Lo
haremos
Al día siguiente, pasadas
las once de la noche, oí un coche parar a la puerta del chalet. Me asomé y vi
un taxi parado. De él salieron cuatro mujeres, Marina era una de ellas, abrí la
puerta y encendí la luz del porche.
- Eh,
mirad que chico más guapo nos sale a recibir.
Reconocí a Almudena, la
zorra que insinuó que mi madre había sido infiel a mi padre. Las otras dos me
miraron y me silbaron, todas estaban un poco borrachas.
- Dejadle
en paz, lobas, es muy joven para vosotras. Dijo Marina, se la notaba en la voz
que también estaba un poco “alegre”
- Callaos,
chicas, se va a enterar todo el barrio. Les dije
- Shhhh,
shhhh empezaron a hacer las tres mujeres con un dedo en los labios.
Sujeté a Marina por un brazo
para ayudarla a subir las escaleras, cuando ya estábamos a mitad de ella, oí la
voz de Almudena
- Marina,
no seas tonta, acuérdate de lo que te he dicho
- Vale,
vale, contestó y agitó la mano en señal de despedida
Se montaron otra vez en el
taxi y se fueron. La llevé al salón y se sentó en el sofá. Se agarró la cabeza con ambas manos y se
recostó.
- Ay
que mareo, me da todo vueltas. Tengo ganas de vomitar.
- Aguanta
, que te llevo al servicio
Llegamos justo a tiempo, la
pobre echó hasta la primera papilla. Se quejaba amargamente,
- Ay,
qué mala estoy. Para que habré bebido, si no estoy acostumbrada
- Tranquila,
no hables
La tenía sujeta la cabeza
por la frente para que no se golpease con la taza, mojé una toallita y se la
puse en la frente.
- Gracias
cariño. Qué bueno eres.
- ¿Te
encuentras mejor?
- Si,
ya me voy encontrando mejor, gracias.
La incorporé y la senté en
la tapa del servicio.
- Anda,
cariño. Dame el cepillo y la pasta de dientes, no quiero acostarme con este
sabor en la boca.
Después de lavarse los
dientes, la ayudé a subir a su cuarto. La tumbé en la cama y me quedé sentado
junto a ella. La tenía agarrada por la mano,
- ¿Quieres
que te prepare una infusión o algo?
- No,
gracias. No tengo el estomago para tomar nada.
Estuvimos un rato así, ella
me miraba y me sonreía.
- No
le digas nada de esto a tu padre, por favor.
- No
te preocupes, será nuestro secreto. Y la di un beso en la mejilla
Me fui a levantar pero ella
sujetó mi mano fuertemente para que no lo hiciera. Me atrajo hacia ella y
abrazándome me dio un beso en la boca.
- No
te vayas, quédate conmigo esta noche.
Empezó a desabotonarse la
blusa, llevaba un sujetador negro transparente, pude ver sus areolas grandes y oscuras con unos pezones duros como
piedras. Le quite la falda, sus braguitas hacían juego con el sujetador, una
mata de pelo negro se le transparentaba. Le bajé las braguitas y ella se quitó
el sujetador. Me quedé contemplando por primera vez su cuerpo desnudo, estaba
ligeramente rellenita, pero eso la hacía más preciosa todavía y no tenía ni
rastro de celulitis. Sus pechos no estaban firmes pero eran grandes y carnosos,
sus muslos suaves como la piel de un niño, las caderas anchas y unos glúteos
magníficos completaban un cuerpo espléndido.
Besé su vientre, ella
respiraba profundamente, bajé a su coño y con mis labios cogía sus labios estirándolos, pasaba la lengua por su
clítoris, ella gemía. Fui subiendo y le comí sus pechos, me metía en la boca
sus areolas y con mis labios sujetaba sus pezones y tiraba de ellos.
- Métemela
ya, por favor, no me hagas esperar dijo entre jadeos
Me puse sobre ella, me
agarró la polla y se la introdujo en el coño. Inicié un bombeo pausado, quería
hacerla gozar, ella se mordía los labios.
- Si,
sigue así. No te pares, mi vida.
- Te
quiero, amor mío, te quiero
Aumenté el ritmo de la
penetración, ella cada vez gemía más alto. Hasta que tuvo su orgasmo y dio un
alarido.
- Sigue,
no te pares, amor mío.
Al instante eyaculé, ella me
sujeto con sus piernas por la cintura y con sus brazos me apretó más aún contra
ella.
- No
la saques, por favor, no la saques, me dijo al oído.
Nos giramos hacia un costado
para que ella no tuviera que soportar todo mi peso. Durante unos minutos
permanecimos así, abrazados, exhaustos. Fuimos recuperando poco a poco el
aliento. Me soltó y separarme un poco de ella. Nos mirábamos directamente a la
cara. Tenía el semblante serio. Por fin, me acarició la cara, unas lágrimas
rodaban por sus mejillas.
- Amo
a tu padre.
- Lo
sé
- Pero
tu padre, bueno… no creo que pueda darme hijos. Llevamos más de dos años
intentándolo y no consigo quedarme embarazada.
Asentí con la cabeza,
comprendía que a ella le estaba costando mucho sincerarse conmigo. La acaricié
la cara.
- He
estado pensando mucho qué debía de hacer, incluso la fertilización “in vitro”,
pero entrañaba muchos riesgos y no me aseguraban el resultado.
Y
nunca hubiera podido engañarle con un extraño. Lo único que se me ocurrió es
que tú fueras el padre.
Yo permanecía callado, mirándola con ternura. mientras
seguía acariciándola la cara.
- Puede
que no lo comprendas ahora, pero lo he pensado mucho y sé que serías un buen
padre en caso necesario.
- Lo
comprendo perfectamente y gracias por elegirme a mí, llegado el caso, sabré
cumplir con mi deber
- Gracias,
amor mío. Y me dio un beso en la boca.
Nos quedamos tumbados en la
cama, ninguno de los dos pudimos dormir en toda la noche. A la mañana siguiente
Marina se levantó y se dirigió al aseo. La seguí y cuando se estaba duchando,
entre
- ¿Puedo
pasar?
- Entra
Me metí en la ducha con
ella, nos acariciamos. Con mis dedos pechizqué sus pezones que se pusieron
duros. Me agarro la polla e inició un suave masaje. Le di la vuelta, apoyó sus
manos contra la pared de la ducha, separó sus piernas todo lo que le permitía
la ducha y la penetré. Dio un gemido, me agarré a sus pechos y empecé a
follármela con frenesí. El agua caliente caía sobre nuestros cuerpos. Marina
gemía a cada embestida mía, yo jadeaba y la besaba en su cuello.
- Te
quiero, Marina
- No
pares, no pares, Ahhhh
Había llegado al orgasmo, yo
seguí follándomela hasta que me corrí. Me quedé quieto con mi polla dentro
durante unos minutos como ella quería. La besaba en el cuello, con su mano
acariciaba mi cabeza
- Cariño,
eres un gran amante.
- Eres
una mujer magnifica, mi padre es un hombre afortunado por haberse casado
contigo.
- ¿Lo
crees de veras?
- Si,
se que le amas de verdad, y esto lo haces por amor.
- Si,
le amo mucho.
Se puso de rodillas y agarro
mi polla, me miro y sonriendo me dijo
- Te
voy a dar un regalo que no le he dado nunca a nadie.
Se la metió en la boca y
empezó a chupármela, se la metía hasta el fondo de la garganta y se la sacaba
completamente, así estuvo un buen rato, yo jadeaba como un perro, era la
primera felación que me hacían y estaba en la gloria.
- Me
voy a correr,
Pero ella no paró de chupar,
hasta que me vacié en su garganta. Se lo tragó todo con ojos golosos. Salimos
de la ducha y nos fuimos cada uno a nuestras ocupaciones. Cuando teníamos
ocasión, manteníamos relaciones, Marina tenía prisa por quedar embarazada.
Pasado mes y medio Marina
nos reunió en el salón. Venia exultante.
- Vengo
del médico, estoy embarazada.
- Amor
mío, por fin. Y se besaron en la boca.
- Muchas
felicidades, Marina. Y me abracé con ellos.
- Esto
hay que celebrarlo, voy a por una botella de cava.
Mi padre se fue a la cocina
y mientras tanto, Marina se acercó a mí
- Muchas
gracias, amor mío, me has hecho la mujer más feliz del mundo.
Durante su embarazo seguimos
teniendo relaciones, Marina me quería para ella sola y esta era la mejor forma
de conseguirlo. Por fin dio a luz un
niño precioso, cuando estábamos en el
hospital llego Almudena con una canastilla de regalo. Marina le permitió coger
al niño y con tono sarcástico la dijo
-
Es idéntico a su padre, y me miro con una
sonrisa en sus labios.
De esto ya han pasado dos años,
ahora mismo Marina está esperando nuestro segundo hijo, ha cogido carrerilla
porque su intención es llegar a tres lo antes posible.
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