María contuvo el aliento mientras
escuchaba a sus padres hacer el amor.
-
Mas adentro, métemela más adentro! Grito Alicia a su marido.
-
¡Joder, chica! Te la estoy metiendo tan adentro como puedo. Gruñó
Pablo con la voz entrecortada por el esfuerzo que estaba realizando.
Pablo sintió un dolor agudo en la
espalda, su esposa le estaba clavando sus afiladas uñas. María tuvo que taparse
la boca para no reírse a carcajadas mientras estaba en el salón y oía los ruidos
que sus padres hacían al follar. Sabía que sus padres no eran conscientes de
que los estaba escuchando, supuso que creían que ella estaría todavía en la
fiesta. Se acercó a la puerta del dormitorio y se asomó, solo estaba encendida
una pequeña luz en la mesilla que apenas iluminaba para distinguirlos. María
deseó que sus padres hubieran dejado más luz en su habitación para poder verlos
follar, pero hubiera corrido el riesgo que ellos hubieran podido verla
espiarlos.
-
Oooooh, amor mío! Alicia gritó mientras empujaba
su coño hacia la polla de su marido a la vez que movía la cabeza de lado a lado.
-
¡Joder!" Pablo gruñó cuando introdujo
totalmente la verga en el coño de su mujer al mismo tiempo que ella empujaba
hacia él.
Pablo miró el esplendido cuerpo
de su esposa y volvió a gemir mientras observaba la expresión de su rostro. Era
una mujer hermosa y aparentaba varios años más joven que sus treinta y nueve
años. La gente apenas podía creer que ella era madre de una hija de dieciocho
años y un hijo de diecinueve. Cuando pensó en su hija, su excitación aumentó y se
imaginó que la que estaba con él en la cama era ella. Ya desde adolescente,
María fue una muchacha con un cuerpo impresionante y ni siquiera su padre podía
dejar de fijarse en ella como en una mujer, no como en una hija.
-
"Mi niña", Pablo susurró mientras embestía
el coño de su esposa y se imaginaba que estaba penetrando el apretado coño de
su hija.
María era idéntica a su madre, su
mismo pelo, su cara y su figura e incluso había sacado sus mismos pechos
impresionantes. Cuando caminaban juntas los hombres se volvían a observar a
aquellas dos mujeres tan exuberantes. Más de una vez el padre se había tenido
que controlar para no acariciar el culo a su hija.
-
Follame, Pablo! Grito Alicia. Ella envolvió con sus
largas y bronceadas piernas su espalda.
Alicia, a su vez, no podía dejar
de comparar a su marido con su hijo Andrés. Era más alto y musculoso que su padre, pero igual de guapo. Alicia
sintió que sus pezones se endurecían al pensar en su hijo. Ella recordaba
cuando la semana anterior se había quedado fijamente mirando a su hijo mientras
nadaba en la piscina. No había podido quitar la vista de su joven y vigoroso cuerpo.
-
Fóllame, cariño!, pero esta vez no se lo dijo a
su marido, sino a su hijo.
-
¡Joder!" Susurró María para sus adentros
mientras miraba a través de la puerta y vio la oscura silueta de su padre penetrando
a su madre. - No sabía que mis padres fueran tan ardientes todavía, pensó.
Se alegró de haber decidido dejar
la fiesta temprano para volver a casa. También se alegró de que su hermano se hubiera
quedado en la fiesta.
-
Ummmm, hijo de puta! Dame mas fuerte! Hazme correr
con tu polla! Oyó decir a su madre.
-
Jodida zorra!" Gritó padre cuando volvió a
hundir su polla en el coño.
María no podía soportarlo más, su
coño estaba húmedo por la excitación y le exigió que le prestara atención. Se
bajo sus shorts y el tanga e introdujo un par de dedos en su rajita.
-
Ooooooooh! gimió suavemente – ¡joder! Susurró
mientras deslizaba sus dedos en su coño. - Follame papá! volvió a susurrar
mientras se escuchaba el golpeteo del cuerpo de su padre contra el de su madre.
Se frotó el clítoris con frenesí
y volvió a escuchar a sus padres gritar.
-
Dame más fuerte, me voy a correr, mi vida. Gritó Alicia y empezó a gemir más fuerte por
el placer que estaba recibiendo de su marido.
-
Toma todo, mi niña! Ya voy!" Gritó a la vez
que un río de espesa leche brotaba de su
pene y llenó el coño de su mujer.
-
Ooooh, papá!" susurró María tan suavemente como pudo para
que sus padres no la oyeran.
-
No te pares, házmelo otra vez. - Alicia gritó
antes que su marido se derrumbara sobre ella.
-
Cariño, estoy cerca de tener otro orgasmo, no te
pares hijo de puta.
-
Estoy intentándolo, cariño!" Pablo gimió.
Él utilizó la poca fuerza que le quedaba para hacerla correrse otra vez.
-
Ahora sí cariño! gritó Alicia cuando tuvo un
nuevo orgasmo.
María seguía masturbándose
mientras estaba apoyada en la pared exterior del dormitorio de sus padres y se estremecía
violentamente mientras frotaba su clítoris con gran placer.
- Oh, mi niño…" Gimió Alicia
abrazándose a su marido, pero pensando en su hijo. Su marido bombeó unas
cuantas veces más hasta que se volvió a correr, se quedó inmóvil y esperó a que
su pene se encogiese para sacarlo. Mientras esto pasaba, el chupaba sus
pezones.
María finalmente se separó de la pared y se
colocó la ropa, temía que alguno de sus padres saliese de la habitación y
descubriesen que los había estado espiando. La joven sonrió mientras caminaba
por el pasillo hacia la puerta trasera de la casa. Estaba todavía caliente, incluso
después de masturbarse y sabía dónde podía encontrar una gran polla para
alimentar a su todavía hambriento coño.
María abrió la puerta de atrás y
la cerró muy suavemente tras de sí. Decidió volver a la fiesta que un rato
antes había abandonado, allí encontraría con quien desfogarse. Cuando llegó a
la fiesta pudo comprobar que casi todo el mundo seguía en ella, incluso su
hermano.
-
María. – Su amiga Carla la llamó. ¿Dónde te
habías metido? Nadie podía entender porque te habías ido tan temprano, ni
siquiera tu hermano.
-
Estaba un poco mareada y decidí irme a casa.
Pero ya se me ha pasado y he decidido volver a la fiesta. ¿Has visto a David?
Carla se echó a reír y le ofreció
una cerveza a María. María tomó un gran trago y se la devolvió.
-
Me parece que ya sé porque has vuelto.
María sabía que Carla estaba un
poco borracha y no le importaba si sabia o creía saber para que había regresado
a la fiesta. Ahora su única preocupación era encontrar a David y su temor era
que estuviera con otra.
-
Métete en tus asuntos, Carla - sonrió María. ¿Me
vas a decir donde está David?
-
Está bien María, Relájate. David y mi hermano
están echando una partida al FIFA, ya los conoces, están obsesionados por ese
juego.
María se acercó a la habitación
del hermano de Carla y efectivamente ahí se encontraban los dos, enfrascados en
el juego.
-
Hola. – Saludó María
-
Hola. - Respondieron los dos, pero sin apenas
mirarla.
-
¿Os queda mucho? Estoy aburrida.
-
Ya terminamos y estoy contigo – Respondió David
– Tómate una cerveza y mientras tanto acabamos.
María fue a la cocina y cogió una lata de la
nevera. Al rato apareció David y agarrándole por la cintura le dio un beso en
el cuello.
-
Ya estoy contigo, ¿qué te apetece hacer?
-
Ya te lo puedes imaginar, - y le besó en los
labios.
María se alegró de que los padres
de Carla estuvieran fuera de la ciudad, eso significaba que las cinco
habitaciones de la casa estaban disponibles para lo que ellos quisieran. María
agarró de la mano a David y le condujo al piso superior en busca de una alcoba
vacía. Se metieron en la primera que encontraron, ella no perdió el tiempo y
nada más cerrar la puerta es desvistió.
-
Joder, María! Dijo David mientras comenzaba a
quitarse la ropa. – Cuando te fuiste
perdí la esperanza que hoy fuésemos a follar.
-
Pues ya ves que vamos a follar.
-
¿Qué ha pasado para que estés tan caliente?
-
No importa por qué estoy caliente, cariño. Sólo quiero
que me folles para poder apagar la calentura que tengo.
David contemplo por unos segundos
sus magnificas tetas y su coño rasurado antes de terminar de desvestirse.
Cuando terminó de hacerlo, María ya se había tumbado en la cama. Se colocó
sobre ella y empezó a besarle las tetas e hizo intención de bajar hasta su
coño.
-
Maldita sea, David! No pierdas el tiempo comiéndome
el coño, quiero tu polla en mí ya.
David se quedo estupefacto con la
actitud de María, nunca la había visto así. Pudo reaccionar a tiempo antes que
María se impacientase más. Se subió sobre ella, se agarró su miembro con la
mano y lo colocó en la entrada del coño y de un golpe se lo introdujo. Ella dio
un gemido al sentir su coño perforado, se agarró con sus manos a la espalda y clavó
en ella sus uñas, tal como un rato antes su madre había hecho en la de su padre.
-
Hijo de puta! - gritó al sentir la gruesa polla penetrar
su coño sin piedad.
David era un verdadero animal
sexual, todas las chicas a las que se había follado pensaban igual, pero María
era la afortunada que más veces había sentido aquella verga dentro.
-
"Uh, uh, uh - resoplaba a cada envite que
hacía en su coño.
María le había rodeado con su piernas, y con sus brazos
apenas permitía que se separase se ella.
-
Ooooh, David. Mi amor. - Decía entre gemidos –
-
Joder, María - David se quejó y trató de
levantarse, pero ella se lo impidió.
-
Sigue follandome, no te pares ahora.
-
Así no puedo, apenas puedo moverme. Dame un
respiro si quieres que te folle como es debido.
María bajó sus piernas y las
extendió sobre la cama, también aflojó la fuerza con la que le sujetaba con los
brazos.
-
Ahora ya puedes follarme a tu gusto, así que no
te demores.
David continuó con las
embestidas, su polla desaparecía completamente dentro de su coño y sus bolas
golpeaban contra ella. María volvió a gemir mientras mantenía los ojos cerrados
y en ese momento, le vino a la memoria la imagen de su padre follandose a su
madre.
-
Papa – dijo con un susurro apenas audible.
Por suerte los gruñidos de David
le impidieron oírlo. María empezó a moverse al mismo ritmo que David, quería
sentir más adentro su verga. David hizo una mueca de dolor cuando una de las
veces sus huevos chocaron contra ella.
-
Tranquilízate, chica. ¿Qué te pasa hoy? Dijo con
la voz entrecortada.
-
Quiero que me folles como nunca lo has hecho. Te
voy a dejar seco para una temporada.
David no era capaz de mantener
por mucho más tiempo el ritmo que María le imponía. Era imposible hacerlo. La
chica estaba desbocada y le pedía más y más. En eso que se quedó quieto y su
verga empezó a escupir semen a raudales dentro de su coño. Ella se tranquilizó
un poco cuando notó el semen inundar sus entrañas, pero todavía ella no se
había corrido.
-
No te pares, cariño. Sigue un poco más. Yo estoy
a punto de correrme.
Cuando recuperó un poco el
aliento, siguió con sus embestidas pero a
un ritmo más relajado. A los pocos minutos ella entre fuertes gemidos llegó a
orgasmo. Cuando estaba teniendo el orgasmo pensó en su padre, en ese momento deseó
que su padre fuese quien que la hubiera hecho correrse de esa forma, tenía que
reconocer que había sido el mejor polvo de su vida.
David se tumbó a su lado jadeando.
Su miembro se había deshinchado y pendía flácido.
-
Tengo que reconocer que has estado magnifico hoy
y que nunca he disfrutado tanto.
-
Gracias, mi trabajo me ha costado.
-
No te preocupes, que ahora te lo voy a
recompensar.
María empezó a acariciar el pene y
este reaccionó al momento. Ella sonrió y le pasó la lengua por la punta de la
polla, así estuvo hasta que se la introdujo en la boca. No era la primera vez
que María se la chupaba a David e incluso a varios compañeros del instituto,
incluido el hermano de Carla, la verdad es que se le daba muy bien. David se quedó sin aliento conforme María
aumentaba el ritmo de la felación.
-
Eres la mejor chupando pollas,
-
Sí, eso me dicen todos. - Dijo sacándose la
polla de la boca y le lanzó una sonrisa.
Y como si nada continuó chupándosela,
se llevo la mano a su coño y empezó a masturbarse a la vez. El ritmo que
llevaba chupando y masturbándose era frenético. David se corrió sin avisarla,
le pillo desprevenida y se atragantó un poco, pero no le importo. Soltó su
polla y se tumbó a su lado mientras que seguía masturbándose, empezó a gemir
mas fuerte por momentos hasta que entre convulsiones llegó a un nuevo orgasmo. David
la observaba estupefacto, nunca la había visto comportarse así.
-
¿Qué te sucede hoy? Nunca te he visto así. ¿Te
has tomado algo?
-
Por supuesto que no me he tomado nada. Llevaba
varios días sin sexo y hoy no me he podido aguantar ya más.
Lo que no iba a hacer era
confesarle que estaba tan caliente por ver a sus padres follar. Y mucho menos
que mientras él se la follaba, estaba pensando en su propio padre. Se vistieron
y entre los dos arreglaron la cama para que no se notara que habían estado usándola.
Cuando bajaron la fiesta ya se había acabado, varios de los asistentes estaban
recogiendo todo y se unieron a ellos en la limpieza, su hermano no estaba entre
ellos.
-
¿Vaya, ya habéis terminado? Preguntó Carla con
una sonrisa.
-
Si, respondió maría.
Cuando María llegó a su casa,
esta se encontraba en silencio. Se acostó sin hacer ruido y antes de dormirse
una pregunta le vino a la cabeza ¿Cómo sabría el semen de su padre?
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