Después de haber pasado seis
meses en el programa Erasmus en Francia, estaba deseando volver a casa. Cuando
salí por la puerta del aeropuerto, apenas podía dar crédito a mis ojos cuando
vi lo que me esperaba. Allí de pie, con una sonrisa de oreja a oreja estaba mi
madre, pero ella no era la misma que había dejado sólo seis meses antes, estaba
radiante, más hermosa que nunca. Vino corriendo hacia mí y nos dimos un abrazo
efusivo.
- Hola
cariño – y me cubrió la cara de besos.
- Mamá,
te ves absolutamente genial, ¿qué te has hecho?
- Decidí
que era hora de un cambio de imagen. ¿Te gusta?
- Estás
maravillosa, pareces mi hermana.
- Tonto,
que exagerado eres.
- No
exagero ni un ápice. Estas preciosa, de verdad.
Tenía la piel bronceada, su
cabello rubio caía sobre sus hombros. Llevaba un vestido azul ceñido que remarcaba
una figura espectacular. Toda su vida mi madre había vestido con ropa sencilla
y nada favorecedora, debo admitir que el cambio le había hecho mucho bien.
- ¿Y
Andrea?
- Ha
ido recoger sus notas de selectividad.
- Ah,
bien.
Mientras que nos dirigíamos
a casa, me contó que papá estaba de viaje, como siempre. Mi padre viajaba
constantemente y mi madre se quedaba a menudo sola. Me contó que el sábado
siguiente se iba a celebrar una fiesta de su empresa para conmemorar el veinticinco aniversario de
su fundación. La invitación era para también para las familias de los empleados
y si yo no iba, le tocaría ir sola a ella y sería deprimente. En su cara vi un
gesto se súplica
- Claro
que iré, cuenta conmigo.
- Muchas
gracias, cariño – y el rostro se le iluminó.
Llegamos a casa, descargamos mis
maletas y las subimos a mi cuarto. Al cabo de un rato llegó Andrea, mi hermana
pequeña.
- Hola
preciosa. – y la di un fuerte abrazo
- Bienvenido
hermanito.
- ¿Qué
tal esas notas?
- Un
8,3. No me puedo quejar. ¿Y tú que tal por Francia?
- “Très
bien”. Ha sido seis meses de mucho trabajo.
- Ya,
me imagino que habrá sido “muy duro” – dijo my madre con una sonrisa en los
labios - Cariño, sabemos lo que pasa en el Erasmus.
- Mamá,
no todo son juergas, también estudiamos – y me reí.
El cambio en mi madre no
sólo se había producido a nivel físico, su comportamiento también era distinto,
se la veía más alegre que de costumbre. Después de la cena, nos sentamos a ver
la TV, mi hermana había salido a cenar con unas amigas, así que mi madre y yo
estábamos solos en casa. Mi madre me agarró las manos
- Cariño,
estoy tan feliz de tenerte de nuevo en casa. Te he echado tanto de menos…
- Yo
también estoy feliz de estar de nuevo en casa. Os he echado mucho de menos,
sobre todo a ti. – y la di un beso en la mejilla.
- Me
paso tanto tiempo sola, tu padre está casi siempre de viaje y tu hermana…
bueno, ya sabes que va por libre.
- No
te preocupes, este verano pienso pararlo en casa, así que no estarás sola.
Mamá tiró de mí y me dio un
abrazo, siempre ha sido cariñosa conmigo, pero éste abrazo parecía diferente. Me
dio varios besos en la mejilla y me acarició con la mano.
- ¿Te
apetece tomar una copa?
- Si,
lo mismo que vayas a tomar tú.
Regresó con un par de copas
y se sentó a mi lado. Mientras bebíamos no paraba de preguntarme cosas de
Francia, ella escuchaba con atención mis explicaciones.
- Mamá,
te prometo que cuando gane algo de dinero, lo primero que vamos a hacer es
irnos a Paris, tu y yos solos.
- ¿De
verdad? Eso sería maravilloso.
- De
verdad, dalo por hecho.
- Gracias
cariño. ¿Te apetece otra copa?
- Si,
gracias.
Después de terminar la
segunda copa, mi madre estaba un poco achispada. Sus ojos tenían un cierto
brillo que así lo indicaba. Se tocó el cuello e hizo un gesto de molestia,
- ¿Te
duele el cuello? ¿Quieres que te dé un masaje?
- Si,
por favor
Mi madre se dio la vuelta,
se desabotonó la blusa y se la quitó, quedándose en sujetador. Se bajó los
tirantes, pero sin llegar a quitárselo. Me froté las manos para calentármelas y
empecé a masajearla sus hombros. Ella echó su cabeza hacia atrás y comenzó a
girarla.
- Estás
muy tensa, necesitas relajarte.
- Si,
lo que necesito ahora es relajarme.
Le di un beso en el cuello,
puso su mano sobre la mía y me la acarició.
- Te
quiero mamá – y le di un beso en el cuello, ella se estremeció.
- Yo
también te quiero, amor mío.
Lentamente fui bajando las
manos por la espalda mientras la masajeaba,
- Espera,
–dijo mi madre mientras se desabrochaba el sostén– así es más cómodo.
- Anda,
túmbate en el sofá.
Me puse de rodillas en el
suelo y continué masajeándola, tenía su cara vuelta hacia mí, pero sus ojos
permanecían cerrados. Su respiración se hizo más profunda, estaba tan callada
que llegué a pensar que se había dormido.
- Que
piel más suave tienes.
- Si
alguien nos viese así… - dijo mi madre de improviso.
- Ya
procuraremos que no nos vean, no sea que también quieran un masaje.
En ese momento mi madre se
dio la vuelta quedando bocarriba y me miró con una sonrisa en los labios y le
devolví la sonrisa. Me quedé mirando sus hermosos pechos bastante firmes, con
unas areolas sonrosadas y los pezones erectos por la excitación que tenía.
- Que
hermosa eres, mamá.
- Tú
también lo eres, amor mío.
Alzó su mano hasta tocarme
la cara, me agarró del cuello y tiró hacia ella hasta que nuestros labios se
juntaron y nos besamos apasionadamente. Continué besándola por el cuello, sus
pechos y su vientre.
- Mi
vida, que delicia. –dijo mamá.
Mi madre entonces se
incorporó y se levantó, yo la imité. Nos volvimos a besar en los labios,
mientras que mi madre me desabotonaba la camisa que llevaba. Cuando me la quitó,
empezó a besarme el pecho, sus manos se dirigieron a mi cinturón y me lo
desabrochó. Pero en ese momento oímos que alguien estaba abriendo la puerta de
la calle
- ¡Joder!,
tu hermana. Vístete, rápido.
- ¡Maldita
sea!
Me puse la camisa tan rápido
como pude, ni siquiera me la abotoné y me dirigí a la puerta de entrada para
entretener a mi hermana hasta que mi madre se hubiera vestido.
- Hola
Andrea, ¿de vuelta tan temprano? – saludé dándola un beso en la mejilla
- Si,
la cena ha terminado pronto y además quería comentar una cosa a mamá antes de
que se acostara.
- Pues
está en el comedor.
Mi madre ya se había
vestido, aunque el sostén no se lo había puesto, debajo de la blusa notaba que
sus pechos estaban libres. Busqué con la mirada por si estaba a la vista, pero
mi madre lo debía haber escondido.
- Buenas
noches mamá.
- Hola
cariño, que temprano vienes hoy.
- Si.
Oye mamá, Lucía me ha invitado a pasar unos días con ella y sus padres en el
apartamento que tienen en la playa. ¿Te parece bien?
- Por
mí de acuerdo, ¿cuándo os vais?
- El
sábado por la tarde, después que sus padres cierren la tienda.
- Bien,
-dijo mi madre.
- Bueno,
me voy a acostar, estoy cansada y mañana quiero levantarme temprano -nos dio un
beso a cada uno.
Esperamos a que Andrea se
metiese en su alcoba,
- Por
qué poco. – dije en voz baja
- Si
llega a tardar cinco minutos más… Anda, vamos a recoger un poco el comedor y
nos vamos también a dormir.
Mientras yo recogía las
copas, mi madre se arrodilló y sacó de debajo del sofá su sostén. Fuimos a la
cocina y cerré la puerta, agarré a mi madre por la cintura y la atraje hacia
mí, la besé en los labios. Mi madre se separó de mí,
- Ahora
no, ten paciencia, mi vida. Ya tendremos oportunidad.
- No sé
si podré esperar.
- Pues
tendremos que hacerlo. Hala, vámonos a acostar, que mañana madrugo.
- De
acuerdo.
Me costó conciliar el sueño,
estaba dando vueltas en la cama pensando en lo sucedido esa noche, o mejor
dicho, en lo que no había llegado a suceder. No se a qué hora me dormí, pero
cuando me desperté mi madre ya se había ido a trabajar y mi hermana estaba
también a punto de irse.
- Vaya
ojeras que tienes, Richard.
- He
dormido muy mal esta noche.
- Ya
se ve. Bueno, me voy a ver si arreglo unos papeles de la universidad.
- Pues
yo iré a saludar a mis compañeros, no quiero que piensen que paso de ellos.
Nos despedimos y al rato me
fui a ver a mis amigos. Después de pasar el día con mis amigos regresé a casa a
última hora de la tarde, mi madre estaba preparando la cena y mi hermana se
estaba duchando. Me acerqué a mi madre por detrás y la agarré por la cintura,
la besé en el cuello.
- Qué
olor más delicioso.
- Es
tu cena preferida.
- Me
refería a ti.
Mi madre se rió, se dio la
vuelta y acariciándome la cara, me dio un beso en la boca.
- Que
distinto eres a tu padre, el ya no me dice ningún cumplido. Yo creo que ni
siquiera se ha dado cuenta que he
cambiado mi look.
- Qué
le vamos a hacer si es estúpido, si yo tuviera una mujer como tú… – y le puse
una mano en un pecho.
Ella cerró los ojos y se
quedó inmóvil. En ese momento Andrea salió del baño y se fue a su alcoba, nos
separamos rápidamente. Mi polla estaba en erección y mi madre se dio cuenta.
- Me
voy a dar una ducha.
- Que
sea de agua fría – dijo riéndose.
Cuando termine de ducharme y
cambiarme, mi madre ya había terminado de hacer la cena, entre Andrea y yo
pusimos la mesa. Andrea iba a cenar en casa, mi madre se lo había pedido para
celebrar que estábamos los tres juntos. Durante la misma, estuvimos charlando
animadamente de temas intranscendentes, mi madre estaba feliz y no paraba de reír.
Al final de la cena, el rostro de mi madre cambió, se quedó muy seria, nos
cogió a cada uno de la mano y nos miró con los ojos húmedos.
- Si
no fuera por vosotros no aguantaría en esta casa, vuestro padre cada día está
más distante de mí, Andrea lo sabe. Ya no sé qué hacer para que se fije en mí.
Incluso cuando está de viaje, se pasa los días sin llamar.
- ¿Acaso
crees que está con otra? – le pregunté.
- No
lo sé, es posible que ya se haya cansado de mí. Apenas me toca, me da mucha
vergüenza hablarlo con vosotros, pero quiero que lo sepáis. – y se cubrió la
cara con las manos y se puso a sollozar.
Andrea y yo nos abrazamos a
ella, no paraba de llorar. Incluso a mí se me saltaron las lágrimas. Cuando se
calmó un poco mi madre se separó de nosotros.
- Disculparme,
pero necesitaba desahogarme.
- No
tienes porqué disculparte, siempre nos has dicho que si tenemos un problema
podíamos contar contigo. Pues lo mismo te decimos a ti, puedes contar con
nosotros para lo que sea. ¿Verdad Andrea?
- Claro
que sí, mamá.
A mi madre se le volvió a alegrar
el semblante, nos dio un beso en la mejilla a cada uno y se levantó para
dirigirse al servicio. Nosotros aprovechamos para recoger la mesa y mientras
estábamos en la cocina me dirigí a mi hermana.
- Sabes
cómo van a acabar ¿no?
- Sí,
si papá no cambia terminarán divorciándose.
- Andrea,
¿crees que papá tiene a otra?
- No
lo sé, pero si la tiene, no se lo voy a perdonar nunca.
- Ni
yo.
Mi madre salió del baño y fue
a la cocina,
- Anda,
sentaros en el sofá y nos tomamos una copa, yo os la preparo.
Estuvimos hasta tarde
bebiendo y charlando, no volvimos a tocar el tema de la aptitud de mi padre
hacía ella para no deprimirla. Pasada la una decidimos acostarnos, estaba tan
cansado por lo poco que dormí la noche anterior, que me quede frito casi al
instante de acostarme. Cuando me levanté, ellas ya se habían levantado, mi
hermana estaba haciendo las maletas y mi madre había salido de compras. Cuando
regresó mi madre venía cargada
- ¿Por
qué no me has despertado? Hubiera ido contigo a comprar.
- Estabas
tan dormido que me ha dado pena despertarte.
- Pues
deberías haberlo hecho.
- No
pasa nada, voy a hacer la comida y después nos preparamos para irnos a la
fiesta.
A las siete de la tarde ya
estábamos preparados para irnos, mi hermana aun no se había marchado. Mi madre
iba con vestido negro ceñido a su cuerpo, ¡Dios! Que preciosa estaba y que mi
padre no se diera cuenta, que imbécil.
- Bueno,
nosotros tenemos ya que irnos – dijo mi madre a Andrea.
- Vale,
me ha llamado Lucía y ya vienen para acá.
- Bueno
cariño, que te diviertas mucho – dijo mi madre dándola varios besos.
- Adiós
hermanita, pórtate bien – y la guiñe un ojo.
- Lo
procuraré.
Habíamos llamado a un taxi y
mientras esperábamos mi madre me dijo.
- Esta
noche, en cuanto acabe la cena, nos venimos sin demora para casa.
- Lo
estoy deseando y si no fuera porque quieres ir a la fiesta, nos quedábamos en
casa.
- Ahora
mismo no es que me apetezca mucho ir, preferiría pasar la velada contigo a
solas, pero si no voy, los jefes pueden “tomar nota”.
- Lo
entiendo.
Llegamos donde se celebraba
la fiesta, era un gran salón con un escenario. Había bastante gente, la verdad
era que yo apenas conocía a nadie, algunas de las compañeras de mi madre y poco
más. Mi madre saludaba a algunas de las personas con la que nos cruzábamos y me
presentaba. Una mujer de treintaitantos años se acercó con una copa en la mano,
venía un poco achispada. Venía vestida con un vestido blanco, que por encima de
la cintura constaba de una tela transparente y debajo de ella, su carne desnuda
y suntuosa. Cuando no hacía nada, sus senos permanecían a salvo bajo unas
pequeñas secciones opacas, estratégicamente emplazadas. Cuando alzaba un brazo,
el vestido se le subía por aquella parte y el pezón correspondiente surgía de
manera fugaz. Yo la observaba con la boca abierta, mi madre me dio un toque con
el codo para que saliese de mi embelesamiento. Saludó con dos besos a mi madre.
- ¿Y
este buen mozo quién es? – preguntó.
- Es
mi hijo, Ricardo. – dijo mi madre con orgullo.
- ¿Y
donde le tenías escondido?
- Acaba
de volver de Francia. Ricardo, te presento a Susana, una compañera de mi
departamento.
- Encantado,
Susana.
Susana vino hacia mí y me
dio dos besos. En ese momento, un hombre salió al escenario.
- Es
el director de la empresa – me dijo mi madre.
Nos dio la bienvenida y nos
soltó un discurso que se me hizo interminable sobre la historia de la empresa,
su presente y su futuro. Una vez terminado el discurso, nos sentamos a la mesa junto
con otras personas a las que no conocía para comenzar a cenar.
- Que
coñazo de discurso – me dijo Susana al oído.
Sonreí y asentí con la
cabeza, durante la cena hubo un espectáculo de variedades, un poco anticuado
pero que a la mayoría pareció gustarles.
- ¿Así
que has estado en Francia?
- Si,
en Paris. He estado estudiando en la universidad.
- Ah
Paris, una ciudad muy romántica. – y me puso la mano en el muslo.
El mantel impidió que mi
madre se percatase, yo me hice el desentendido.
- Si,
es una ciudad muy romántica, pero yo estaba allí para estudiar.
- Me
extraña que sólo hayas estudiado, con todas esas francesitas deseosas de confraternizar
con los ardientes españoles.
- Y
dale, ¿por qué todo el mundo piensa que allí solo vamos a…?
- ¿a
qué…?
- A
divertirnos.
- No
te enfades hombre, ya me imagino que también estudiareis.
Mi madre observaba divertida
la conversación.
- ¿Ves
cariño? Esa es la fama que tenéis los “Erasmus”. –dijo mi madre.
- Ya,
cría fama… - dije haciéndome el “ofendido”.
Durante la cena, de vez en
cuando se me iba la vista hacia sus senos, mi madre al darse cuenta, me daba
golpecitos con su pie en mis espinillas y me hacía un gesto con la cabeza de
desaprobación. Al final de la cena, cuando estábamos saliendo del recinto,
Susana nos propuso ir a tomar unas copas a un Pub.
- No
podemos, mañana tenemos que levantarnos temprano, nos han invitado a pasar el
día en una finca en Toledo – mintió mi madre.
- Vaya
lo siento, pues tendremos que quedar otro día.
Ellas de despidieron y
cuando me llegó el turno a mí, aprovechando que mi madre se había alejado un
poco, me metió algo en el bolsillo de la chaqueta. Y al darme un beso en la
mejilla me dijo con un susurro.
- Llámame.
No la contesté, tomamos un
taxi para volver a casa, durante el trayecto mi madre me dijo.
- No
tiene peligro esta también, menuda loba está hecha. Después se extraña que
hablen de ella como lo hacen.
- Es
muy simpática.
- Demasiado
simpática con los hombres, se tira a todo lo que lleve pantalones.
- Bueno
es saberlo – dije con una sonrisa.
- Anda,
mejor que no te acerques a ella. Hay otras mujeres mejores para ti – y me
agarró la mano.
- Si,
de eso estoy seguro. – y la di un beso en la mejilla.
Llegamos a casa y apenas
cerrada la puerta, mi madre me abrazó y me besó apasionadamente.
- Anda
vamos, antes que me lo piense mejor.
- No tenemos
que pensarnos nada, sólo dejarnos llevar.
Mamá me agarró de la mano y
me condujo a su alcoba, la seguí como un perrillo. Una vez allí mi madre me
acarició con ambas manos la cara, me dio un beso en los labios. Se dio la vuelta para que le bajase la
cremallera del vestido, se volvió hacía mí y empezó a desnudarse lentamente.
Dejó caer el vestido al suelo, pude contemplar su cuerpo cubierto por la lencería
transparente que llevaba.
- Tienes
un cuerpo maravilloso.
- Gracias
hijo, mi esfuerzo me cuesta.
- Un
esfuerzo bien aprovechado.
Agarré a mi madre por los
hombros, la atraje hacia mí y la besé. Mi madre aprovechó para quitarme la
chaqueta, la camisa y empezó besarme por el pecho. A continuación se desabrochó
el sostén y se bajó el tanga que llevaba quedando únicamente vestida con las
medias. Me desabroché los pantalones y los dejé caer, mi madre se fijó en el
bulto de mi entrepierna, alargó la mano y me lo acarició a través del bóxer. Acaricié
el pelo de mi madre, introduje mis dedos entre sus cabellos y acercando mi cara
a su cabeza pude aspirar su aroma. Se puso de rodillas y se un tirón me bajo el
bóxer, mi pene erecto salió disparado hacia arriba. Lo agarró y se lo introdujo
en la boca, suavemente empezó a lamerme el glande,
- ¡Dios!
– exclamé.
- ¿Te
gusta, amor mío?
- Si…
mamá.
- Ven
- dijo mi madre mientras se levantaba.
Se acercó a la cama, levantó
la colcha y las sabanas y se tumbó bocarriba sobre ella. Me tumbé a su lado y
empecé a acariciar su cuerpo a la vez que lo besaba. Con las yemas de mis dedos
acaricié sus turgentes senos, recreándome en sus pezones erectos, seguí bajando
por su vientre rodeando su pubis y continué por sus duros muslos, cubiertos con
las medias, hice que abriera sus piernas y pude contemplar por primera vez sus
labios vaginales, los acaricié y a continuación introduje dos dedos en su
vagina. Dio un respingo y curvó su espalda,
- ¡Dios!
Si cariño, sigue así.
Durante unos instantes
estuve moviendo suavemente los dedos dentro fuera de su coño, mientras que ella
daba pequeños gemidos. Saqué los dedos y los chupé golosamente
- Que
delicia, es puro néctar – dije y mi madre me sonrió.
- Cariño,
hace veintitrés años saliste por él y ahora vas a volver a entrar, por lo menos
un trozo de ti.
Me hizo un gesto para que me
subiera sobre ella, lo cual hice al momento. Puse mi pene erecto frente a su
coño, ella lo cogió con delicadeza, lo situó a la entrada y de un golpe la
penetré.
- Ahhhh,
- dio un pequeño grito – no seas tan brusco, cariño
- Lo
siento, mamá.
Empecé a bombear suavemente,
mi madre inclinó la cabeza y miro hacía su coño. Se quedó unos instantes viendo
como mi verga desaparecía completamente en su coño. Yo también miré y la visión
de mi polla desapareciendo en su vagina me excitó aún más si cabe.
- Así,
mi vida. Uhmm, sigue así, amor mío.
Mi madre me miraba fijamente
mientras daba pequeños gemidos, me agarró por encima de los glúteos y tiraba
hacia ella a la vez que yo la penetraba.
- Mama…
mama… te amo…
- Yo…
también… te amo…, mi niño… Ahhhh
Fui aumentando el ritmo de
mis embestidas, sus jadeos se hacían más fuertes, sus pechos se movían adelante
y atrás. Cruzó sus piernas alrededor de mi cuerpo y con sus brazos se agarró a
mis homjbros. El sudor corría por mi espalda y mi frente, algunas gotas cayeron
sobre su cuerpo.
- Mama…
me voy a correr…
- Aguanta…
un poco…
Pude retener la eyaculación
unos instantes, hasta que mi madre dio un fuerte gemido, sus manos se crisparon
contra mi carne llegando a clavar sus uñas. Ya no me pude aguantar y empecé a disparar
chorros de semen dentro de ella. Me derrumbé sobre ella, ella no me soltó de su
abrazo y no pude sacar mi verga, nuestras mejillas estaban juntas y jadeábamos
profundamente. Cuando recuperamos el aliento un poco, me soltó y pude tumbarme
a su lado, apoyó su cara en mi pecho.
- Amor
mío, ha sido maravilloso – dijo.
- ¿De
verdad que te ha gustado?
- Si,
hacía tiempo que no disfrutaba tanto
- ¿Papá
ya no te hace disfrutar?
- Tu
padre ha perdido mucho fuelle, una vez a la semana y gracias. Y yo necesito
sexo más a menudo.
- ¿Y
cómo lo aguantas? ¿Alguna vez le has…?
- No,
no, hoy ha sido la primera vez que le he engañado. Y no creas que no lo he
pensado, pero hasta ahora no había encontrado al hombre adecuado.
- Y yo
he sido el afortunado.
- Sí,
mi vida, tú has sido el elegido.
- Pues
muchas gracias, mamá – y la bese apasionadamente.
Estuvimos en silencio
durante un rato, mil sensaciones cruzaban por mi mente.
- Mamá,
- Dime,
cariño.
- Yo
nunca había tenido deseos sexuales hacía ti, eres mi madre y como tal te veía.
De vez en cuando os oía a los dos hacer el amor, pero me ponía los cascos para
escuchar música, hasta que terminabais.
Mi madre permaneció en
silencio,
- Pero
cuando te vi en el aeropuerto, no pude evitar verte como una mujer, no solo
como a mi madre.
- Pues
yo, desde mucho antes de irte, te imaginaba teniendo sexo con tus amigas y
alguna vez me imaginaba que era yo la que estaba contigo. Tenía que masturbarme
desesperadamente para calmar mi ansia, después me sentía culpable y lloraba en
silencio.
- ¿Te
sientes culpable ahora?
- Ni
mucho menos, ahora me siento la mujer más feliz del mundo.
- Yo
también soy muy feliz, mamá.
Permanecimos abrazados en
silencio, no sé cuando me quedé dormido, pero me desperté sobresaltado con el
sonido del teléfono. Me levanté de un salto y contesté,
- Diga
- Hola
hermanito, ¿estabais durmiendo?
- Si,
anoche nos acostamos tarde.
- ¿Y
qué tal la fiesta?
- Nos
lo pasamos muy bien mamá y yo.
Mi madre se había levantado
y estaba en silencio a mi lado, me hizo un gesto para que le pasase el
teléfono. Se lo pasé y me alejé un poco para poder contemplar su cuerpo
desnudo. Me acerqué a ella y empecé a besarla el cuello, continuó hablando con
Andrea como si nada, aunque su respiración indicaba que se estaba excitando.
Seguí con mis besos por su espalda hasta llegar a sus glúteos, le obligué a
darse la vuelta y pegué mi cara a su pubis, aspiré profundamente y a mi nariz
llegó un olor embriagador mezcla de fluidos vaginales y semen. Mi madre terminó
de hablar con Andrea y colgó, me incorporé y la besé en la boca.
Le cogí la mano e hice que
me siguiera a la alcoba, ella me siguió en silencio. Se subió a la cama y se
tumbó bocarriba.
- No,
date la vuelta – la dije.
- No,
espera, por detrás nunca lo he hecho.
- No
te inquietes, lo que te voy a hacer no te va a doler precisamente, te lo
prometo.
Hizo lo que le pedí, me puse
sobre ella y empecé a besarle la espalda bajando lentamente hasta sus glúteos,
ella suspiraba levemente. La hice que abriese un poco las piernas, comencé a
acariciarla suavemente el ano, poco a poco fui introduciendo la yema del dedo,
mi madre se estremeció
- Ahhhh
¡Dios!
- Te
dije que no te iba a doler, mamá.
- Sigue,
por Dios, sigue.
Mi madre se agarró a la
almohada, puso la cara contra la almohada y eso ahogaba sus gemidos, durante un
rato estuvimos así hasta que mamá dio un grito.
- Joder,
que gozada. – dijo mi madre.
- Sabía
que te iba a gustar y ahora viene la segunda parte.
Coloqué mi verga a la
entrada de su coño, me agarré a su cintura y la penetré lentamente para que no
se quejase,
- Así
cariño, con suavidad.
Empecé a bombear lentamente,
ella se agarró al cabecero de metal y ayudaba en la penetración yendo en
sentido contrario a mis embestidas, el cabecero hacía un ruido sordo al golpear
contra la pared, menos mal que no tenemos vecinos a ese lado. Me recosté sobre
su espalda y agarré sus pechos.
- Sigue…
sigue, estoy a punto de correrme.
Seguía embistiéndola con
frenesí cuando ella tuvo el orgasmo, paré y me tumbe bocarriba con la verga
erecta,
- Termina
tú el trabajo. – le dije.
Ella no se hizo de rogar, se
puso de rodilla y se introdujo la verga en la boca.
- Ponte
sobre mí, quiero comerte el coño también.
Lo hizo y mientras ella se
metía la verga hasta el fondo de su garganta, yo la comía el coño. Durante un
buen rato estuvimos así hasta que me corrí en su boca, ella se atragantó un
poco por lo inesperado de la lechada que le mandé.
- Disculpa
mamá,
- No
te preocupes, cariño.
Se volvió a meter la verga
en la boca para limpiármela mientras yo continué comiéndole el coño hasta que por
fin tuvo otro orgasmo. Mi madre se bajó de mí, se tumbó a mi lado y se recostó
sobre mi pecho, me miró sonriéndome.
- Nunca
había disfrutado tanto, ni por asomo tu padre me ha hecho gozar tanto como hoy he
gozado contigo.
- Gracias
mamá, te prometo que hoy ha sido el primero de muchos días de placer, si tu
quieres.
- Cómo
que si quiero, lo estoy deseando.
- Pues
no se hable más.
La di un beso en la frente,
ella se abrazó más fuerte a mí y se quedó en silencio. Me quedé con la mirada
fija en el techo, pensativo, mientras oía su respiración. Me dormí y cuando me
desperté mi madre ya no estaba en la cama, me levanté de un salto y la oí en la
cocina, se había duchado y estaba haciendo la comida.
- Hola
amor, anda dúchate, que la comida esta casi a punto.
- Voy.
- Oye,
ha llamado tu padre, me confirma que volverá el miércoles.
- Pues
tenemos que aprovechar hasta ese día.
- Y lo
haremos.
Y vaya que si aprovechamos
el tiempo que permanecimos solos, aunque por desgracia, cuando llegó mi padre
se nos corto. Pero como ya he dicho antes, mi padre viaja mucho y ya estamos deseando
que se marche a su siguiente viaje.
Pero eso es otra historia.
Que bueno.
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