Mi nombre es Pedro, y tengo
22 años de edad. Fui a visitar a mis padres este fin de semana, ya que tenía un
breve descanso de la universidad.
Me desperté esa mañana al oír
cerrarse fuertemente la puerta de la calle. El despertador marcaba las siete de
la mañana y pensé que era extraño que alguien se hubiera levantado y mucho menos
haber salido de la casa, ya que era la mañana del sábado. Me levanté de la
cama, miré por la ventana y vi a mi padre subir a su coche y marcharse rápidamente.
A juzgar por la expresión de su rostro y sus movimientos, parecía realmente
enfadado.
Volví a la cama, pero no me pude
volver a dormir. En parte por el brusco despertar, pero también porque no podía
dejar de preguntarme por qué mi padre había salió corriendo tan deprisa. Al ver
que yo ya estaba despierto, me vestí con un chándal y se dirigí hacia las
escaleras para desayunar algo.
Cuando entré en la cocina,
me sorprendió ver que mi madre y mi hermano ya estaban sentados a la mesa. Arturo
era dos años mayor que yo y él también estaba de visita en casa de nuestros
padres ese fin de semana, era una de esas raras ocasiones que los dos coincidíamos
en casa al mismo tiempo.
No me tomó mucho tiempo
darme cuenta de que algo andaba mal. Me di cuenta de que mi madre había estado
llorando y Arturo le estaba sosteniendo su mano, como si estuviera tratando de
consolarla. Con la salida apresurada de mi padre en mente, las cosas comenzaron
a encajar. Me agaché junto a mamá, puse mi mano en su espalda, ella me la
sujetó con la suya y le pregunté
- ¿Qué
sucede mama? ¿Has estado llorando?
- Oh, Pedro...
Es tu padre. Desde que os habéis ido de casa, las cosas entre nosotros han
empeorado. He descubierto que me ha estado engañando con una fulana de la
oficina. Al principio trató de ocultarlo pero ahora ya ni se molesta.
No puedo describir lo
furioso que me puse con mi padre, nunca había estado muy unido a él, siempre lo
había estado mucho más con mi madre. Pero era mi padre y nunca hubiera pensado
que pudiera engañar a mi madre.
- Papá
no volvió anoche,- interrumpió mi hermano-
lo ha hecho hoy a las seis de la mañana y me desperté al oírle discutir
con mamá.
- Esta
mañana ya ha sido el colmo.
- ¿Qué
ha dicho?
Mamá se secó las lágrimas de
sus ojos y me apretó la mano suavemente mientras ella respondió:
- Bueno,
le pregunté dónde había estado toda la noche. Como si no supiera ya la
respuesta… Me dijo que había estado con una mujer de verdad. Alguien que no le
está preguntando constantemente donde he estado ni con quien. Alguien que no tan
es frío como una nevera y casi nunca está de humor para tener sexo. ¿Sabéis lo
que quiero decir?
Por supuesto que sabía lo
que mamá quería decir, pero yo no lo podía creer. No podía entender cómo padre
estaba dispuesto a tirar su relación de tantos años con mi madre Aunque mi madre ya ha cumplido más de cuarenta
años, desde luego no lo parece. Tenía una media melena negra y sedosa, unos
ojos marrones hacía juego con su piel bronceada. Su cuerpo no mostraba señales
de haber dado a luz a dos hijos a una edad relativamente joven. Mi madre es una
mujer realmente hermosa, incluso en aquellas circunstancias y tengo que
confesar que había estado fantaseando con ella en más de una ocasión, mientras me
masturbaba.
Me puse de pie detrás de
mamá y comencé a masajear sus hombros a través de la bata que llevaba puesta, podía
sentir lo tensa que estaba.
- ¿Soy
realmente tan horrible?" -preguntó de pronto con un suspiro- ¿Podría ser que vuestro padre tenga razón
acerca de mí? Que soy una mujer fría y vieja por la que nadie que nadie podría
sentirse atraído
- ¡No!
- Le respondimos mi hermano y yo casi como un acto reflejo
- Mamá,
tú no eres fría y mucho menos vieja. – añadí yo - Me siento muy extraño por
decirte esto, pero si no te importa que te lo diga, creo que todavía eres una
mujer muy ardiente. Sigues siendo una mujer muy hermosa y deseada. Y si mi
padre no se da cuenta de eso, creo que debería…
De repente, me quede
callado, estaba sorprendido por mi arrojo al hablarle así a mi madre. Podía
sentir que se relajaba, su respiración se hizo más profunda.
- ¿debería
qué? – preguntó mi madre ansiosa por escuchar el fin de la frase.
- Que
él debería buscar otro sitio donde alojarse y permitirte seguir adelante con tu
vida sin él.
Arturo asintió con la cabeza
en señal de aprobación.
- Pedro
está en lo cierto, mamá. Si papá no te respeta, lo mejor es seguir tu vida sin
él.
- Tal
vez tengáis razón. Al ver cómo las cosas han estado entre nosotros en los
últimos tiempos, creo que sería lo mejor.
A medida que continuaba masajeando
los hombros de mi madre, podía sentir su respiración cada vez más profunda. Yo
no sabía qué hacer, podía sentir una erección en mi entrepierna. Miré a mi
hermano, con una silenciosa petición de ayuda o consejo. Pero Arturo estaba
allí sentado, mirando a mamá con una mirada fascinada en su rostro.
- Oh, cariño
- mamá dijo con una voz suave – Realmente sabes hacer un masaje, es justo lo
que necesitaba.
Ella arqueó el cuello hacia
atrás y me sonrió, mientras lo hacía pude ver los bordes de un camisón de satén
negro por debajo de su bata, su pecho subía y bajaba de arriba abajo. Yo le
devolví la sonrisa mientras trataba de no mirar sus pechos. Mi erección seguía
en aumento.
- Os
quiero chicos, - dijo mientras tomaba de la mano a Arturo y le sonrió también.
De pronto se levantó y se
dirigió a mí de nuevo. Con una sonrisa burlona de ella, bajó la mirada hacia mi
ingle, donde mis pantalones estaban haciendo un pésimo trabajo de ocultar mi
erección. Dando un paso más hacia mí me dijo:
- y
parece ser que tienes fuertes sentimientos por mí también, Pedro.
Estaba tan avergonzado que
sólo quería desaparecer. Sabiendo que mi madre era plenamente consciente de mi
erección, perdí el poco control que me quedaba de ella. Allí de pie, con una
protuberancia creciente, traté de dejar escapar una especie de disculpa.
- Mamá,
lo siento, es que…
- Está
bien, cariño- interrumpió ella- Como he dicho, os quiero y no creo que haya
nada malo en que tengas esos sentimientos.
Esas palabras me
sorprendieron y no sabía qué contestar. Miré a Arturo, pero se veía tan
confundido como yo.
- Oh… por
supuesto que no, mamá. Yo… - tartamudeé - …no creo que esta sea una buena manera de
mostrar las emociones…
- Tonterías,
querido
Mamá dio unos pasos atrás.
- Ese
bulto en los pantalones sólo sirve para demostrar que quieres a tu madre y
también es una prueba que no soy tan vieja como tu padre piensa. Déjame
decirte, que es uno de los mejores cumplidos que se le puede hacer a una mujer.
Con eso mostró otra de esas
sonrisas maravillosas y para nuestra sorpresa ella desató la bata y la dejó
caer al suelo. Allí, de pie, con sólo su camisón de raso cubriendo su cuerpo, hizo
que mi polla me empezase a doler literalmente en los pantalones. Arturo seguía
sentado en la mesa, pero por la forma en que estaba sentado debía tener una erección
también.
Mamá se quedó inmóvil por
unos momentos, sonriéndonos a los dos, como si quisiera explorar las nuestras
reacciones. El sol de la mañana entraba a través de las ventanas de la cocina por
detrás de ella, delineando su cuerpo por debajo del camisón. Pude ver que sus
pezones estaban duros, marcándosele perfectamente en el camisón.
Yo no sabía qué hacer, estaba
tan excitado por la visión de ella, que no podía reaccionar. Entonces, cansada
de esperar una reacción, mi madre de repente se me acercó y puso sus brazos
alrededor de mi cuello. Mirando fijamente a los ojos como nunca lo había hecho
antes, ella empezó a susurrar en voz baja.
- ¿Qué
pasa, cariño? ¿No crees que tu mamá es sexy? Pues esa erección en los
pantalones parece decir lo contrario…
Casi paralizado me las
arreglé para contestar.
- Mamá,
esto está mal… claro que eres sexy. Si te soy honesto, no creo haber visto una mujer
más sexy en mi vida.
- Entonces,
déjate llevar
Casi antes de que ella
terminara de decir esas palabras, me dio un beso. Ella me había besado miles de
veces antes, pero ni una vez como lo hizo ahora. Aquellos habían sido los besos
de una madre, este fue el beso de una amante. Al presionar sus labios con los míos,
ella ansiosamente me introdujo la lengua en mi boca. No pude aguantar más y
finalmente, me dejé llevar. Comencé a besarla metiendo mi lengua en su boca,
nuestra saliva se mezclaba a medida que nos explorábamos mutuamente.
Lo que sucedió a partir de
ese momento era puro instinto. Levanté mis manos a sus pechos y comencé a
acariciar sus pechos a través de ese maravilloso camisón de satén. El material
sedoso, brillante me estaba volviendo loco y me encantó el tacto de los pechos
de mamá a través de él.
Entonces, como si hubiera
recibido una descarga eléctrica, mamá flexionó todo su cuerpo mientras se
arqueaba hacia atrás y dejó escapar un gemido. Mirando hacia abajo, vi a Arturo
arrodillado detrás de ella. Había levantado su camisón y estaba acariciando su coño
a través de las bragas blancas de encaje que llevaba puestas. Inclinándose
hacia adelante, comencé a besar mamá por el cuello y entre sus tetas.
- Oh,
muchachos, me hacéis sentir tan bien, sabéis perfectamente lo que mamá necesita.
Se libero de nosotros y se
acercó a la mesa de la cocina, se subió y se puso de rodillas sobre ella. Mi madre
tenía unos ojos de deseo animal, señaló a Arturo y a continuación señaló sus
bragas. Arturo comprendió lo que quería decir y tiró de sus bragas a un lado,
dejando al descubierto su coño bien cuidado. Inició un masaje con los dedos,
pero pronto empezó a lamer sus labios, dar vueltas con la lengua por su clítoris.
Empezó a retorcerse por el placer que le estaba ocasionando Arturo, entonces se
volvió hacia mí
- Amor
mío, ven aquí y déjame probar tu polla.
Mamá no tuvo que pedírmelo
dos veces. Me desnudé y me subí a la mesa, poniéndome de rodillas. Mi madre se
quedó observando mi polla durante unos segundos y a continuación, agarró mi
polla por la base y lentamente bajó su boca sobre la de ella. Esto fue casi
demasiado para mí, estaba tan cerca de correrme allí mismo, pero mi madre lo
evitaba sabiéndose parar a tiempo para que me pudiese relajar.
- Tranquilo,
cariño. No queremos que esta pistola se dispare demasiado rápido, ¿verdad?
Todavía tenemos un montón de diversión por delante y no nos lo queremos perder
¿no?
- No mamá, no me lo quiero perder. Ahora calla y
chuparme la polla como nunca la han chupado antes.
Y así lo hizo. Mamá me dio
la mamada más increíble que me han hecho, se trabajaba mi verga arriba y abajo mientras
masajeaba mis bolas. Yo no podía creer la vista que tenía delante de mí, mi
propia madre chupando mi polla con mi hermano comiendo su coño en el otro
extremo.
- Vamos
a cambiar ¿eh?" - le dije a Arturo
- Claro
- respondió.
Sacando la polla de su boca,
me di cuenta que no quería soltar su chupete. Le toqué su cabeza y la sonreí
- No
te preocupes mamá, voy a estar dentro de ti de nuevo en sólo un minuto… - le
dije con voz tranquilizadora.
Mamá se dio la vuelta y se
acostó sobre su espalda. Con eso, tuve una buena visión del coño de mi madre.
Estaba bien afeitado, con la excepción de una pequeña línea de vello púbico negro
justo por encima de su raja. Acaricié sus labios vaginales con la punta de mi
verga, mientras mi madre gemía. Mamá me miró y abrió sus piernas totalmente, pudiendo
ver el interior de su vagina sonrosada.
Agarré mi polla y poco a
poco la metí en el coño húmedo de mi madre y su respiración era cada vez más
rápida mientras gemía cada vez más fuerte con cada centímetro que introducía en
su coño.
- Sí,
sí. Méteme toda tu polla en mi coño. Fóllame, fóllame.
Mamá estaba gritando
palabras que nunca antes la había oído pronunciar. Empecé a embestirla, lento
al principio pero luego fui ganando velocidad. Yo miraba como mi verga
desaparecía completamente en su coño. Mamá empezó a seguir el ritmo conmigo, mis
bolas golpeaban contra su entrepierna. Mamá
miró de nuevo a Arturo, éste se había quitado la ropa y se encontraba al lado
de su cabeza, mamá agarró su polla tiesa y se la introdujo en la boca, empezó a
lamerla como si fuera un helado, la polla desaparecía casi completamente y a
continuación se la sacaba completamente y así una y otra vez.
A estas alturas, yo había
cogido un ritmo furioso. Podía sentir que estaba cerca de correrme, me incliné
y la agarré firmemente por las caderas. Cuando sentí que me iba a correr, saqué
mi polla y eyaculé a lo largo de su
vientre y sus pechos. Fue increíble, nunca había disparado tal cantidad de
semen en mi vida. Mamá en ese momento se sacó la polla de Arturo y dio un
alarido, había tenido un orgasmo. Volvió a introducirse la polla de Arturo en
su boca y siguió chupando, y a los pocos instantes se corrió inundando toda su
boca. Mamá se trago su semen y se relamió para limpiarse los labios.
- Qué
vergüenza, cariño, correrte dentro de la boca de tu madre sin avisarla. – dijo mi
madre con una sonrisa picara - Espero que os haya quedado algo dentro, todavía no
hemos terminado.
Arturo y yo nos miramos y
nos hicimos un gesto de complicidad.
- Acuéstate
en el piso, cariño – me dijo mamá mientras se bajaba de la mesa.
No tardé en hacer lo que
ella me había dicho, me acosté con mi polla dura apuntando al techo. Miré hacia
arriba y pude ver su coño brillando por los flujos vaginales y mi semen. Luego
se sentó a horcajadas sobre mí, cogió firmemente mi polla y la guió hacia su vagina
húmeda. A medida que lentamente se sentó sobre mí, pude ver mi polla
desapareciendo de nuevo en ese túnel suave y caliente.
Cuando ella se introdujo toda
mi verga, empezó a cabalgar. Con cada descenso que hacía, yo empujaba hacia
arriba para llegar a lo más profundo posible. Extendí mis manos y empecé a
jugar con las tetas de mamá, que saltaban arriba y abajo mientras cabalgaba.
- No
puedo aguantar más - de repente oí decir a Arturo.
Él se acercó por detrás y mamá
se dio cuenta de lo que pretendía. Mamá se inclinó sobre mí para darle un
acceso más fácil. Arturo lamió sus dedos y embadurnó de saliva el ano de mamá,
luego se colocó la verga en la entrada y la agarró por las caderas. Mientras se
abría paso poco a poco en su culo, mamá estaba casi fuera de control, echando
la cabeza hacia atrás y hacia adelante, gritando en voz alta.
- Oh,
Dios, dadle a mama lo que necesita. Vamos, meter vuestras pollas hasta el
fondo.
Arturo y yo aumentamos la
velocidad de nuestras embestidas mientras mamá seguía gritando. Los tres nos habíamos
abandonado a nuestros instintos más primitivos, gemíamos y gruñíamos como
animales.
- Mamá,
me voy a correr otra vez – le dije.
- No
se te ocurra correrte fuera otra vez. Hazlo dentro de mí.
- Si,
mamá.
Me corrí dentro de ella
mientras Arturo seguía bombeando en el culo mamá y él también se acercaba a su
clímax. Mamá lo miró por encima del hombro sudoroso.
- Córrete
dentro tú también.
Arturo seguía follándosela, hasta
que empezó a temblar y con un ronquido se corrió dentro y se tumbó sobre ella,
menos mal que con sus brazos aguantaba su propio peso, sino me habrían
aplastado.
Nos quedamos en esa posición
durante unos minutos, estábamos recuperando el aliento. Mi polla estaba todavía
dentro de mamá y yo podía sentir como algo de mi esperma salía de su coño y
humedecía mis testículos. Por último, los tres nos separamos y nos quedamos
tumbados en el suelo de la cocina. Ninguno dijo nada, supimos que habíamos
hecho algo prohibido. Finalmente mamá
rompió el silencio.
- Gracias,
eso era justo lo que necesitaba. Os quiero. No quiero volver a ver a vuestro
padre, sólo quiero que me prometáis que vendréis a visitarme los dos tan a menudo
como podáis. ¿Haréis eso por mí?
- Por
supuesto, mamá - le respondí con una sonrisa.
Arturo asintió con la cabeza. Todos sabíamos que nuestra relación nunca volvería a ser la misma otra vez. Mamá
se levantó y se puso de nuevo su bata, se volvió hacia nosotros
- Y ahora,
¿qué os apetece desayunar?
genial
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